Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1968
PEKIN 1972
(2a impresión 1972)
pág. 291
10 de julio de 1945
    En 17 de julio, en Chungching, comenzó sus sesiones el IV Consejo Político Nacional, convocado para maquillar al régimen dictatorial de Chiang Kai-shek. La asistencia al Consejo Político nunca había sido tan reducida como en esta primera sesión. Estuvieron ausentes no sólo los representantes del Partido Comunista de China, sino también muchos representantes de otros sectores. De un total de 290 miembros, asistieron sólo 180. Perorando en esa sesión, Chiang Kai-shek dijo:
    "El Gobierno no va a presentar ninguna proposición concreta sobre las cuestiones relativas a la convocación de la Asamblea Nacional, de manera que ustedes, señores, puedan discutirlas plenamente. El Gobierno está dispuesto a escuchar con toda sinceridad y franqueza sus opiniones al respecto."
Por lo visto, va a quedar en esto el asunto de la convocación de la Asamblea Nacional para el próximo 12 de noviembre. Con este asunto ha tenido que ver el imperialista Patrick J. Hurley. En un principio, él incitó enérgicamente a Chiang Kai-shek a hacer tal jugada, y por eso éste osó enderezar un poco el espinazo en su discurso de Año Nuevo[1], y mucho más en su discurso del 1.ƒ de marzo[2], en el que dijo que, sin falta, iba a "devolver el Poder al pueblo" el 12 de noviembre. En su discurso del 1.ƒ de marzo, rechazó de plano la proposición que el Partido Comunista de China, interpretando la voluntad general del pueblo, había formulado en el sentido de que se convocara una reunión de todos los partidos y grupos políticos y se estableciera un gobierno de coalición: En cambio, pregonó con delirante entusiasmo la formación de una llamada comisión de tres, incluido un
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norteamericano, para "reorganizar" las fuerzas armadas del Partido Comunista de China. Chiang Kai-shek incluso se atrevió a declarar que éste tenía que entregarle sus tropas antes de que le fuera concedida la "legalidad". En todo esto, el respaldo de Su Señoría Patrick J. Hurley fue decisivo. En su declaración hecha el 2 de abril en Washington, Hurley alabó a bombo y platillos la "Asamblea Nacional" y otras porquerías de Chiang Kai-shek, aparte de negar el papel del Partido Comunista de China, denigrar sus actividades, anunciar la no cooperación con él y entonar otros estribillos imperialistas de igual jaez. Así llegó a su punto más animado el dúo entonado por Hurley en Estados Unidos y Chiang Kai-shek en China, con el propósito común de sacrificar al pueblo chino. Pero, desde entonces, el espectáculo parece haber languidecido. Innumerables voces de protesta se han elevado en todas partes, tanto entre los chinos como entre los extranjeras, tanto dentro como fuera del Kuomintang, entre gente con afiliación política o sin ella. La razón es una sola: el juego de Hurley y Chiang Kai-shek, a pesar de la altisonante propaganda, pretende, en resumidas cuentas, sacrificar los intereses del pueblo chino, socavar aún más su unidad y colocar una mina destinada a provocar en China una guerra civil en gran escala, lo que perjudicaría igualmente los intereses comunes de los pueblos de los Estados Unidos y demás países aliados, ya se trate de la guerra contra el fascismo o de la coexistencia pacífica de postguerra. No se sabe qué está trajinando ahora Hurley, pero, en todo caso, parece que se ha escondido por el momento, así que Chiang Kai-shek no ha podido menos que hablar a tontas y a locas ante el Consejo Político Nacional. El 1.ƒ de marzo, Chiang Kai-shek dijo:
   
"Las condiciones de nuestro país difieren de las de otros países: Antes de la convocación de la Asamblea Nacional, no tendremos ninguna organización responsable que represente al pueblo y por medio de la cual el Gobierno pueda consultar la voluntad popular."
Si es así, ¿por qué se dirige ahora nuestro Generalísimo al Consejo a "escuchar" sus "opiniones"? Según él, no hay, en toda China, "ninguna organización responsable [. . .] por medio de la cual el Gobierno pueda consultar la voluntad popular"; de aquí se deduce que el Consejo existe como "organización" solamente para comer y que no hay ninguna base legal para "escucharlo". Sea como fuere, si el Consejo dice siquiera una sola palabra en el sentido de que no se convoque la espuria asamblea "nacional", habrá ejecutado una buena acción y merecido la gracia divina, aunque al hacerlo viole el Edicto Imperial
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del 1.ƒ de marzo y cometa un crimen de lesa majestad. Naturalmente, es todavía prematuro hacer comentarios sobre este Consejo, pues tenemos que esperar unos cuantos días para ver lo que va a hacer "escuchar" al Generalísimo. Sin embargo, una cosa es cierta: desde que el pueblo chino se levantó unánime contra la mencionada asamblea "nacional", hasta los fervientes partidarios de la "monarquía constitucional" están preocupados por nuestro monarca, y le aconsejan que no se eche al cuello la soga de un "Parlamento de Cerdos"[3] y que evite la triste suerte de Yuan Shi-kai. En consecuencia, puede que nuestro monarca desista. Pero él y su corte no permitirán en absoluto que el pueblo gane una pizca de poder, aunque esto no les cueste más que un pelo. La prueba palpable está en que este monarca ha tachado de "ataques desenfrenados" las justificadas críticas del pueblo. Según él,
   
"[. . .] en las condiciones de guerra, obviamente no se puede efectuar ninguna elección general en las zonas ocupadas. Por lo tanto, hace dos años, la Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang resolvió convocar la Asamblea Nacional e instituir el régimen constitucional en el plazo de un año después de la conclusión de la guerra. Y ciertos sectores lanzaron entonces ataques desenfrenados."
Se consideraba, según él, que esta fecha era demasiado tardía. Nuestro monarca propuso entonces "convocar la Asamblea Nacional apenas se estabilice la situación militar, en vista de que puede tardar la conclusión definitiva de la guerra y de que el orden no puede ser restablecido rápidamente en todas partes aun después de su terminación". Con gran sorpresa suya, esos sectores volvieron a lanzar "ataques desenfrenados". Esto ha puesto a nuestro monarca en un terrible aprieto. Pero el pueblo chino debe dar una lección a Chiang Kai-shek y compañía: No será tolerada, digan lo que digan y hagan lo que hagan, ninguna superchería para violar la voluntad del pueblo. Lo que el pueblo chino exige es que se introduzcan inmediatamente reformas democráticas tales como la liberación de los presos políticos, la supresión de los servicios secretos, la libertad para el pueblo y la legalidad para los partidos y grupos políticos. Ustedes no hacen nada de esto, y en cambio se entregan a malabarismos con el pretendido problema de la fecha de la convocación de la "Asamblea Nacional" lo cual no puede engañar ni a un niño de tres años. Sin un mínimo de reformas democráticas serias, todas sus asambleas, grandes o pequeñas, no servirán más que para echarlas a la basura. Llamen a esto, si
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quieren, un "ataque desenfrenado", pero toda superchería de esta calaña debe ser aplastada resuelta, definitiva, cabal y totalmente, sin permitir que quede el menor rastro de ella, simplemente porque se trata de una superchería. Que haya o no una asamblea nacional es una cosa, y que se introduzca o no un mínimo de reformas democráticas es otra. Puede dispensarse lo primero por el momento, pero no se puede dejar de realizar sin demora lo segundo. Si es que Chiang Kai-shek y compañía desean "devolver el Poder al pueblo" "antes del plazo previsto", ¿por qué no quieren realizar siquiera algunas de estas reformas democráticas mínimas "antes del plazo previsto"? ¡Señores del Kuomintang! Estoy poniendo punto final a estas líneas, y tendrán ustedes que admitir que los comunistas chinos no lanzamos "ataques desenfrenados" contra ustedes, sino que les estamos formulando simplemente una pregunta. ¿Acaso no tenemos derecho? ¿Pueden ustedes dejar de responder? La pregunta que tienen que contestar es: ¿Por qué no quieren introducir reformas democráticas si están dispuestos a "devolver el Poder al pueblo"?
   
* Comentario escrito por el camarada Mao Tse-tung para la Agencia de Noticias Sinjua.
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[1]
Discurso radiofónico pronunciado por Chiang Kai-shek el 1.ƒ de enero de 1945. En él no decía siquiera una palabra sobre las ignominiosas derrotas que las tropas del Kuomintang habían sufrido el año anterior frente a la ofensiva de los invasores japoneses, pero en cambio difamaba a más no poder al pueblo y se oponía a la proposición de abolir la dictadura unipartidista del Kuomintang y establecer un gobierno de coalición y un mando supremo conjunto, proposición apoyada por todo el pueblo y por todos los partidos y grupos antijaponeses del país. Insistía en continuar la dictadura unipartidista del Kuomintang y esgrimía como escudo contra la crítica del pueblo la convocación de la "Asamblea Nacional" al servicio del Kuomintang, asamblea que había sido repudiada por la nación entera.
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[2]
El 1.ƒ de marzo de 1945, Chiang Kai-shek pronunció un discurso en Chung-ching ante la Asociación para el Establecimiento del Régimen Constitucional. Aparte de empecinarse en los puntos de vista reaccionarios expuestos en su discurso de Año Nuevo, Chiang Kai-shek planteó la formación de una comisión de tres, incluido un representante norteamericano, para "reorganizar" el VIII Ejército y el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, invitando así desembozadamente a los imperialistas norteamericanos a intervenir en los asuntos internos de China.
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[3]
En 1923, Tsao Kun, caudillo militar del Norte, se hizo elegir "Presidente de la República de China", pagando a los miembros del Parlamento de entonces cinco mil yuanes de plata por cabeza. Se hizo famoso como presidente elegido por cohecho, y los sobornados fueron conocidos con el nombre de "miembros del Parlamento de Cerdos".
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