Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1968
PEKIN 1976
(3a impresión 1976)
ENTREVISTA CON EL PERIODISTA INGLES JAMES BERTRAM |
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EL Partido Comunista de China y la Guerra de Resistencia |
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25 de octubre de 1937
EL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA Y LA GUERRA
DE RESISTENCIA CONTRA EL JAPON
    Bertram : ¿En qué forma concreta se ha manifestado el Partido Comunista de China antes y después del estallido de la guerra chino-japonesa?
    Mao : Antes de estallar la guerra, el Partido Comunista de China advirtió una y otra vez a toda la nación que la guerra con el Japón era inevitable, y que todo el parloteo de los imperialistas japoneses sobre un "arreglo pacífico" y todas las bellas frases de sus diplomáticos no eran más que una cortina de humo para ocultar sus preparativos bélicos. En repetidas ocasiones, hicimos ver que es imposible sostener victoriosamente una guerra de liberación nacional sin fortalecer el frente único y adoptar una política revolucionaria, y que el punto más importante de esta política revolucionaria es que el Gobierno chino lleve a efecto reformas democráticas con el objeto de movilizar a las masas populares del país para que se incorporen al frente antijaponés. Señalamos reiteradamente el error de aquellos que creían en las "garantías de paz" del Japón y consideraban posible evitar la guerra, y de quienes creían en la posibilidad de resistir a los agresores japoneses sin movilizar a las masas populares. Tanto el estallido de la guerra como su curso han probado la justeza de nuestros puntos de vista. Al día siguiente del Incidente de Lukouchiao, el Partido Comunista lanzó un manifiesto al país, llamando a todos los partidos, grupos políticos y capas sociales a hacer causa común para resistir a la agresión japonesa, y a fortalecer el frente único nacional. Poco después, dimos a conocer el Programa de Diez Puntos para la Resistencia al Japón
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y la Salvación Nacional, donde formulamos la política que el Gobierno chino debería adoptar en la Guerra de Resistencia. Al establecerse la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista, publicamos otra importante declaración. Todo esto demuestra nuestro firme empaño en el principio de fortalecer el frente único y aplicar una política revolucionaria para llevar a cabo la Guerra de Resistencia. En este período, nuestra consigna fundamental es "Resistencia general de toda la nación".
   
Bertram : En su criterio, ¿cuáles son los resultados de la guerra hasta el presente?
   
Mao : Hay dos aspectos principales. Por un lado, con la toma de nuestras ciudades y la ocupación de territorio, con sus violaciones, saqueos, incendios y matanzas, los imperialistas japoneses han abocado irremediablemente a los chinos al peligro de la subyugación nacional. Por el otro, la mayoría de los chinos han alcanzado, en consecuencia, una profunda comprensión de que la crisis no puede superarse sin una unidad más estrecha y una resistencia de toda la nación. Al mismo tiempo, la guerra va despertando en los países amantes de la paz la conciencia de la necesidad de hacer frente a la amenaza japonesa. Estos son hasta ahora los resultados de la guerra.
   
Bertram : A su parecer, ¿cuáles son los objetivos del Japón, y en qué medida los ha realizado?
   
Mao : El plan del Japón consiste en ocupar el Norte de China y Shanghai como primer paso, y luego, las otras regiones del país. En cuanto al grado en que los agresores japoneses han realizado su plan, ellos han ocupado en un corto espacio de tiempo las provincias de Jopei, Chajar y Suiyuán, y ahora amenazan seriamente la provincia de Shansí; la razón es que la Guerra de Resistencia de China no ha sido, hasta ahora, más que una guerra sostenida únicamente por el gobierno y el ejército. Esta crítica situación se salvará sólo cuando la Resistencia sea llevada a cabo conjuntamente por el pueblo y el gobierno.
   
Bertram : En su opinión, ¿ha logrado China éxitos en su Guerra de Resistencia? Si hay lecciones que extraer, ¿cuáles son?
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Mao : Sobre esta cuestión, quisiera hablar más extensamente. Ante todo, hemos obtenido éxitos, grandes éxitos, que se manifiestan en lo siguiente: 1) Desde que los imperialistas empezaron a agredir a China, nunca ha habido nada comparable a la presente Guerra de Resistencia contra el Japón. Geográficamente, es en verdad una guerra nacional. Y por su carácter, es revolucionaria. 2) Esta guerra ha hecho pasar al país de un estado de desunión a otro de relativa unidad. La base de esta unidad es la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista. 3) Nuestra guerra se ha ganado la simpatía de la opinión pública mundial. Aquellos que un día despreciaron a China por no resistir, hoy la respetan porque resiste. 4) La guerra ha infligido fuertes pérdidas a los invasores japoneses. Según informes, la sangría de sus recursos asciende a veinte millones de yenes diarios, y sus bajas, aunque no disponemos todavía de cifras, sin duda son igualmente considerables. Si en el pasado los agresores japoneses pudieron tomar las cuatro provincias del Nordeste con facilidad, casi sin ningún esfuerzo, ahora no podrán ocupar más territorio chino sin dar sangrientas batallas. Los agresores japoneses esperaban saciar su voracidad en China, pero nuestra resistencia prolongada conducirá al imperialismo japonés a su derrumbamiento. En este sentido, China resiste no sólo para salvarse, sino que al mismo tiempo cumple con su gran deber en el frente antifascista mundial. En eso también se manifiesta el carácter revolucionario de la Guerra de Resistencia. 5) Hemos sacado lecciones de la guerra, que nos han costado territorio y sangre.
   
Las lecciones son igualmente grandes. Varios meses de resistencia han revelado muchas debilidades de China, que se manifiestan sobre todo en el terreno político. Aunque geográficamente esta guerra es nacional, no lo es por la composición de las fuerzas que participan en ella. Como en el pasado, el gobierno restringe e impide la participación de las amplias masas en la guerra, y por lo tanto, ésta no tiene todavía un carácter de masas. A menos que adquiera este carácter, la guerra contra la agresión del imperialismo japonés no tendrá ninguna posibilidad de triunfar. Algunos dicen: "La guerra tiene ya un carácter general. " Pero esto sólo es verdad en el sentido de que extensas zonas del país están envueltas en la guerra. En lo que atañe a las fuerzas que participan en ella, es aún una guerra unilateral, pues sólo intervienen el gobierno y el ejército, y no el pueblo. En esto reside la causa principal de la pérdida de extensos territorios y de los numerosos reveses militares sufridos durante los últimos meses.
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Así, aunque la actual Guerra de Resistencia es revolucionaria, su carácter revolucionario es incompleto porque no es todavía una guerra de masas. Este es igualmente un problema de unidad. Si bien los partidos y grupos políticos del país están más unidos que en el pasado, todavía falta mucho para llegar al grado de unidad que se requiere. La mayor parte de los presos políticos aún no han sido puestos en libertad, y la interdicción de los partidos políticos no ha sido completamente levantada. Las relaciones entre gobierno y pueblo, ejército y pueblo, oficiales y soldados son aún muy malas, y aquí se advierte distanciamiento en vez de unidad. Este es un problema fundamental. Mientras no se resuelva, no hay ni que hablar de la victoria en la guerra. Además, los errores militares son otra causa importante de nuestras pérdidas de efectivos y territorio. Las batallas, en su mayoría, han sido pasivas o, para decirlo en términos militares, de "defensa pura". Nunca podremos ganar combatiendo de esta manera. Para vencer, se hace necesaria una línea política y militar radicalmente distinta de la actual. Estas son las lecciones que hemos sacado.
   
Bertram : Entonces, ¿cuáles son las condiciones políticas y militares indispensables?
   
Mao : En el aspecto político : primero, transformar el gobierno actual en un gobierno de frente único en el que participen los representantes del pueblo. Este gobierno será a la vez democrático y centralizado, y llevará a cabo la política revolucionaria que se requiere. Segundo, garantizar al pueblo las libertades de palabra, de prensa, de reunión y de asociación, y la libertad de empuñar las armas contra el enemigo, de modo que la guerra adquiera un carácter de masas. Tercero, elevar el nivel de vida del pueblo con medidas tales como la supresión de impuestos y contribuciones exorbitantes, la reducción de los arriendos y los intereses, el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros, de los suboficiales y soldados, el trato preferencial a las familias de los miembros del ejército que combaten contra los invasores japoneses y la asistencia a las víctimas de las calamidades naturales y a los refugiados de guerra. Las finanzas del gobierno deberán basarse en el principio de distribución racional de las cargas, que en otras palabras significa: quien tenga dinero, que contribuya con dinero. Cuarto, adoptar una política exterior activa. Quinto, reformar la política cultural y educacional. Sexto, reprimir implacablemente a los colaboracionistas. En la actualidad, este último problema se ha agravado en extremo. Los colaboracionistas están haciendo de las suyas sin ningún temor. En el frente, ayudan al enemigo; en la
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retaguardia, crean disturbios, e incluso hay quienes, fingiéndose partidarios de la resistencia, denuncian a los patriotas como colaboracionistas y los hacen arrestar. Pero la efectiva represión de los colaboracionistas solamente será posible cuando el pueblo goce de una libertad que le permita cooperar con el gobierno. En el aspecto militar, también hay que realizar una reforma completa, siendo lo más importante reemplazar el principio de defensa pura en la estrategia y la táctica por el de ataque activo; transformar los ejércitos de viejo tipo en ejércitos de nuevo tipo; sustituir el reclutamiento forzoso por el método de estimular al pueblo a marchar al frente; convertir el mando no unificado en mando único; trocar la indisciplina que aleja al ejército del pueblo en una disciplina consciente que prohiba la menor lesión de los intereses de éste; cambiar la actual situación en que el ejército regular combate solo, por una en que se desarrolle una extensa guerra popular de guerrillas en coordinación con las operaciones del ejército regular; etc., etc. Todos estos requisitos políticos y militares están enumerados en el Programa de Diez Puntos que hemos publicado, y se encuentran en conformidad con el espíritu de los Tres Principios del Pueblo del Dr. Sun Yat-sen, de sus Tres Grandes Políticas y de su Testamento. La guerra sólo podrá ganarse cuando todos ellos sean cumplidos.
   
Bertram : ¿Qué hace el Partido Comunista para que este Programa sea llevado a cabo?
   
Mao : Nuestra tarea consiste en explicar incansablemente la situación actual y unirnos con el Kuomintang y los demás partidos y grupos patrióticos en la lucha por ampliar y consolidar el frente único nacional antijaponés, y movilizar a todas las fuerzas para la victoria de la Guerra de Resistencia. En la actualidad, el frente único nacional antijaponés es aún muy limitado en su alcance, y es indispensable ampliarlo, esto es, movilizar a las masas populares de capas sociales inferiores para que se incorporen al frente único, cumpliendo así el Testamento del Dr. Sun Yat-sen que exige "despertar a las masas populares". Para consolidar el frente único, es necesario aplicar un programa común que sirva de atadura para todos los partidos y grupos políticos en sus acciones. Nosotros aceptamos los Tres Principios del Pueblo revolucionarios del Dr. Sun Yat-sen, sus Tres Grandes Políticas y su Testamento como programa común del frente único de todos los partidos y todas las capas sociales. Pero hasta ahora este programa todavía no ha sido reconocido por todos los partidos, y en particular el Kuomintang no ha reconocido ni accedido a proclamar un programa
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tan completo. El Principio del Nacionalismo del Dr. Sun Yat-sen ha sido parcialmente puesto en práctica por el Kuomintang, como lo ha demostrado con su resistencia al Japón. Pero ni el Principio de la Democracia ni el Principio de la Vida del Pueblo han sido aplicados, lo cual ha conducido a la grave crisis actual en la Guerra de Resistencia. Ahora que la situación de la guerra se ha tornado tan crítica, ha llegado el momento de que el Kuomintang aplique íntegramente los Tres Principios del Pueblo, pues si no, será demasiado tarde para arrepentirse. Es deber del Partido Comunista alzar su voz para hacer un trabajo incansable de explicación y persuasión ante el Kuomintang y entre todo el pueblo, de modo que los Tres Principios del Pueblo genuinamente revolucionarios, las Tres Grandes Políticas y el Testamento del Dr. Sun Yat-sen sean plena y radicalmente aplicados en todo el país con el fin de ampliar y consolidar el frente único nacional antijaponés.
   
Bertram : Hábleme, por favor, del VIII Ejército, por el cual se interesa tanta gente. Por ejemplo, acerca de su estrategia y su táctica, de su trabajo político, etc.
   
Mao : En efecto, desde que el Ejército Rojo cambió su denominación por la de VIII Ejército y marchó al frente, son muchos los que se interesan por sus actividades. Ahora le daré una idea general.
   
Primero, acerca de sus operaciones militares. Estratégicamente, el VIII Ejército tiene a Shansí como centro de sus operaciones. Como usted sabe, ha alcanzado muchas victorias. Son ejemplos la batalla de Pingsingkuan, la reconquista de Chingping, Pinglu y Ningwu, la recuperación de Laiyuan y Kuangling, la ocupación de Tsichingkuan, el corte de las tres principales líneas de transporte de las tropas japonesas entre Tatung y Yenmenkuan, entre Yusien y Pingsingkuan y entre Shuosien y Ningwu, el ataque a la retaguardia de las fuerzas japonesas al Sur de Yenmenkuan, la reconquista, por dos veces, de Pingsingkuan y Yenmenkuan, y la reciente recuperación de Ch¸yang y Tangsien. Las tropas japonesas que han penetrado en Shansí están ahora estratégicamente cercadas por el VIII Ejército y otras tropas chinas. Podemos afirmar con certeza que las tropas japonesas encontrarán en adelante la más firme resistencia en el Norte de China.
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Si intentan hacer de las suyas en Shansí, tropezarán infaliblemente con mayores dificultades que nunca.
   
Segundo, acerca de la estrategia y la táctica. Estamos haciendo lo que las otras tropas chinas no han hecho: operar, principalmente, sobre los flancos y la retaguardia del enemigo. Esta manera de combatir es muy diferente de la defensa puramente frontal. No nos oponemos al empleo de una parte de las fuerzas en operaciones frontales, ya que esto es necesario. Pero hay que utilizar las fuerzas principales contra los flancos del adversario, adoptar las tácticas de cerco y movimientos envolventes y atacar al enemigo con independencia e iniciativa, pues sólo así es posible conservar las fuerzas propias y destruir las enemigas. Además, es particularmente eficaz el empleo de una parte de nuestras fuerzas armadas contra la retaguardia del enemigo, porque allí pueden desbaratar sus líneas de transporte y sus bases. Incluso las fuerzas que realizan operaciones frontales deben recurrir principalmente al contraasalto y no a tácticas puramente defensivas. Una de las razones importantes de los reveses militares de los últimos meses ha sido el uso de métodos de combate inadecuados. Los métodos de combate que actualmente emplea el VIII Ejército son lo que llamamos guerra de guerrillas y guerra de movimientos sostenidas con independencia e iniciativa. En sus principios fundamentales, estos métodos son los mismos que aplicábamos durante la guerra civil, pero con ciertas diferencias. Por ejemplo, en la presente etapa, con el objeto de facilitar nuestros ataques por sorpresa sobre los flancos y la retaguardia del enemigo en una área extensa, recurrimos más a la dispersión que a la concentración de las fuerzas. Considerando que las fuerzas armadas del país son numéricamente fuertes en su conjunto, algunas unidades deben emplearse para la defensa frontal, y otras, dispersarse para realizar operaciones guerrilleras, pero las fuerzas principales también deben concentrarse a menudo para atacar los flancos del enemigo. El primer principio en lo militar es conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo, y para alcanzar este objetivo es necesario sostener con independencia e iniciativa la guerra de guerrillas y la guerra de movimientos y evitar toda táctica pasiva o rígida. Si las tropas más numerosas hacen la guerra de movimientos, y el VIII Ejército les ayuda con la guerra de guerrillas, de seguro tendremos en nuestras manos la clave de la victoria.
   
Y ahora, acerca del trabajo político. Otro rasgo sumamente importante y distintivo del VIII Ejército es su trabajo político, que se rige por tres principios fundamentales. Primero, el principio de
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unidad entre oficiales y soldados, que implica erradicar las prácticas feudales en el ejército, prohibir los castigos corporales e insultos, implantar una disciplina consciente y crear un modo de vida en que oficiales y soldados compartan penas y alegrías. Gracias a esto, todo el ejército se encuentra estrechamente unido. Segundo, el principio de unidad entre ejército y pueblo, que supone: observar una disciplina que proscribe el más leve perjuicio a los intereses del pueblo; hacer propaganda entre las masas, organizarlas y armarlas; aliviar sus cargas económicas, y reprimir a los colaboracionistas y vendepatrias, que lesionan al ejército y al pueblo. Así, el ejército se halla estrechamente unido con el pueblo y es bien acogido en todas partes. Tercero, el principio de desintegrar a las tropas enemigas y tratar con indulgencia a los prisioneros de guerra. Nuestra victoria no depende únicamente de las operaciones militares de nuestras tropas, sino también de la desintegración de las enemigas. Aunque las medidas aplicadas de acuerdo con este último principio no han producido hasta ahora resultados palpables, surtirán sin duda efectos en el futuro. Además ciñéndose al segundo principio, el VIII Ejército no utiliza la fuerza para completar sus filas, sino el método, mucho más eficaz, de alentar al pueblo a marchar al frente.
   
Si bien se han perdido Jopei, Chajar, Suiyuán y parte de Shansí, no nos sentimos en absoluto desalentados; llamamos con determinación a nuestro Ejército a actuar en coordinación con todos los ejércitos amigos y a combatir hasta la última gota de sangre para defender Shansí y recuperar el territorio perdido. El VIII Ejército coordinará sus acciones con las de otras tropas nacionales a fin de mantener la resistencia en Shansí ; esto será de gran importancia para la guarra en su conjunto, y especialmente para la guerra en el Norte de China.
   
Bertram : En su opinión, ¿pueden estas cualidades del VIII Ejército ser adquiridas por los otros ejércitos chinos?
   
Mao : Por cierto que sí. El ejército del Kuomintang tenía en el período 1924-1927 un espíritu más o menos semejante al del VIII Ejército de hoy. El Partido Comunista y el Kuomintang cooperaron entonces en la creación de un ejército de nuevo tipo que, comenzando solamente con dos regimientos, consiguió reunir en torno suyo a muchas otras tropas y así ganó la primera victoria sobre Chen Chiung-ming. Más tarde, estas fuerzas crecieron convirtiéndose en un cuerpo de ejército y extendieron su influencia a un número de tropas aún mayor; sólo entonces pudo realizarse la Expedición al
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Norte. En aquel período, prevalecía una nueva atmósfera en dicho ejército; en general, había unidad entre oficiales y soldados, entre ejército y pueblo, y el ejército estaba impregnado de un espíritu revolucionario que lo impulsaba siempre adelante. Se instituyó en el ejército el sistema de representantes del Partido y de departamentos políticos, sistema desconocido en la historia de China, que dio al ejército una fisonomía completamente nueva. Desde su Fundación en 1927, el Ejército Rojo, hoy VIII Ejército, ha heredado y desarrollado este sistema. En el período revolucionario 1924-1927, el ejército, penetrado de este nuevo espíritu político, empleaba, naturalmente, métodos de combate acordes con ese espíritu, esto es, no operaba de manera pasiva y rígida, sino con iniciativa y vigor y lleno de espíritu ofensivo; por eso, salió victorioso de la Expedición al Norte. Es un ejército así el que se necesita hoy en los campos de batalla contra la agresión japonesa. No es forzoso que cuente con millones de hombres; basta con que tenga unos cientos de miles como núcleo para derrotar al imperialismo japonés. Tenernos en gran estima a todos los ejércitos del país por sus heroicos sacrificios desde el comienzo de la Guerra de Resistencia, pero debemos extraer lecciones de las sangrientas batallas que se han dado.
   
Bertram : Dada la disciplina del ejército japonés, ¿no resultará ineficaz la política de indulgencia hacia los prisioneros de guerra? Por ejemplo, el mando japonés podría ejecutar, a su regreso, a los prisioneros que ustedes pongan en libertad, y así el ejército japonés en su conjunto no conocería el significado de esa política.
   
Mao : Eso es imposible. Cuantos más ejecutara, mayor sería la simpatía de los soldados japoneses hacia el ejército chino. Tales hechos no pueden ocultarse a las masas de soldados japoneses. Nosotros perseveraremos en esta política. No la cambiaremos ni aun en el caso de que el ejército japonés utilice, como ya lo ha declarado abiertamente, gases venenosos contra el VIII Ejército. Continuaremos tratando con indulgencia a los soldados japoneses que hagamos prisioneros y a aquellos suboficiales capturados que hayan combatido contra nosotros bajo coacción; no los humillaremos ni insultaremos sino que los pondremos en libertad después de explicarles la identidad de intereses entre los pueblos de ambos países. Aquellos que no deseen regresar, pueden servir en el VIII Ejército. Y si en el frente de batalla antijaponés se forma una Brigada Internacional, podrán ingresar en ella y empuñar las armas contra el imperialismo japonés.
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DE RESISTENCIA
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