Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1968
PEKIN 1972
(2a impresión 1972)
pág. 285
27 de abril de 1945
   
En las actuales circunstancias, cuando nuestro ejército enfrenta dificultades materiales extremas y sus fuerzas operan en forma dispersa, es absolutamente inadmisible que los organismos dirigentes superiores asuman la total responsabilidad del abastecimiento del ejército, porque con ello atarían de pies y manos a la gran masa de soldados y oficiales de los niveles inferiores y, además, nunca podrían satisfacer las necesidades de éstos. Debemos decir: ¡Camaradas, actuemos todos para vencer nuestras dificultades! Basta que los organismos superiores planteen bien las tareas y den a los niveles inferiores la plena libertad de actuar basándose en sus propios esfuerzos, para que el problema sea solucionado, y de manera mucho mejor. Si, por el contrario; los organismos superiores insisten en hacerse cargo de todo el trabajo, lo que sobrepasa realmente sus posibilidades, si no se atreven a dejar plena libertad de acción a los niveles inferiores ni despiertan el entusiasmo de las amplias masas por vencer las dificultades mediante sus propios esfuerzos, el resultado será que, a pesar de todo su empeño, tanto ellos como los niveles inferiores se encontrarán en una situación difícil y jamás podrán solucionar el problema del abastecimiento en las condiciones actuales. Esto ha sido plenamente confirmado por la experiencia de los últimos años. Se ha demostrado que, en las circunstancias presentes, "dirección unificada y administra-
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ción descentralizada" es el principio correcto para organizar toda la vida económica de nuestras regiones liberadas.
   
Las tropas de las regiones liberadas ascienden ya a más de novecientos mil hombres. Para derrotar a los agresores japoneses, necesitamos aumentar sus efectivos en varias veces. Sin embargo, no hemos recibido hasta ahora ninguna ayuda exterior. E incluso suponiendo que la recibamos en el futuro, seguiremos siendo nosotros mismos los que tendremos que asegurar nuestra propia subsistencia; sobre esto no cabe hacerse ninguna ilusión. En un futuro próximo, tendremos que reunir las agrupaciones de fuerzas que sean necesarias, retirándolas de las zonas en que ahora operan en forma dispersa, para atacar objetivos determinados. Y esas grandes agrupaciones de tropas destinadas a operaciones concentradas no sólo estarán impedidas de dedicarse a la producción para autoabastecerse, sino que necesitarán de la retaguardia grandes cantidades de provisiones. Sólo las unidades locales y las agrupaciones de tropas locales que permanezcan en sus regiones (el número de estas tropas será grande) podrán, como antes, combatir y a la vez dedicarse a la producción. Según lo anterior, ¿se puede dudar acaso de que todas nuestras tropas, sin excepción, deban aprovechar la presente oportunidad, sin menoscabo del combate y el adiestramiento, para aprender a autoabastecerse parcialmente mediante la producción?
   
En nuestras condiciones, el autoabastecimiento del ejército por medio de la producción, aunque atrasado o regresivo por su forma, es, en esencia, progresista y de gran importancia histórica. En apariencia violamos el principio de división del trabajo. Pero en nuestras condiciones -- pobreza y desmembración del país (consecuencias de las criminales actividades de la principal camarilla gobernante del Kuomintang), y prolongada guerra popular de guerrillas sostenida en zonas separadas entre sí --, lo que estamos haciendo es progresista. ¡Vean lo pálidos y flacos que están los soldados del Kuomintang y lo fuertes y sanos que están los nuestros en las regiones liberadas! ¡Vean cuántas dificultades teníamos antes de emprender la producción para autoabastecernos y cómo ha mejorado la situación desde que la iniciamos! Tomemos dos unidades, dos compañías por ejemplo, y dejemos que elijan entre estos dos procedimientos: uno, abastecerse exclusivamente de los organismos superiores; el otro, recibir poco o nada, pero tener la posibilidad de dedicarse a la producción a fin de satisfacer la totalidad, la mayor parte, la mitad o sólo una pequeña
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parte de sus necesidades. ¿Qué método da mejores resultados? ¿Cuál prefieren ellas? Después de un año de aplicar seriamente el método de producir para abastecerse, reconocerán indudablemente que el segundo da mejores resultados y estarán dispuestas a adoptarlo; asimismo, comprobarán que el primero es inferior, por lo cual no querrán seguirlo. La razón radica en que el segundo método permite mejorar las condiciones de vida de todos los hombres de nuestro ejército, en tanto que el primero, en las difíciles condiciones materiales de hoy, no puede satisfacer sus necesidades, por más que se esfuercen en ello los organismos superiores. Gracias a que hemos adoptado este método aparentemente "atrasado" y "regresivo", nuestras tropas han logrado superar la escasez de medios de subsistencia y han mejorado sus condiciones de vida, por lo cual todos los soldados están fuertes y sanos; además, hemos podido aliviar la carga tributaria de la población, que se encuentra igualmente rodeada de dificultades, ganando así su apoyo, y estamos en condiciones de mantener la guerra prolongada y aumentar nuestras fuerzas armadas. De esta manera, expandiremos las regiones liberadas, reduciremos las zonas ocupadas por el Japón y alcanzaremos finalmente el objetivo de liquidar al agresor y liberar a toda China. ¿No tiene este método una gran significación histórica?
   
Las labores productivas realizadas por el ejército con miras a autoabastecerse no sólo han mejorado sus condiciones de vida, aliviado la carga del pueblo y posibilitado así el crecimiento del ejército, sino que han dado muchos otros resultados inmediatos:
   
1) Mejoramiento de las relaciones entre oficiales y soldados, quienes, trabajando juntos en la producción, han llegado a una intimidad fraternal.
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La campaña por la rectificación del estilo de trabajo y la campaña por la producción, que se iniciaron respectivamente en 1942 y 1943 y que tenían un carácter general, han desempeñado y continúan desempeñando un papel decisivo, la primera en nuestra vida espiritual y la última en la material. Si no asimos en el momento oportuno estos dos eslabones, se nos escapará toda la cadena de la revolución, y nuestra lucha no podrá continuar avanzando.
   
Todos sabemos que de los que se incorporaron al Partido antes de 1937 sólo quedan unas decenas de miles; el Partido cuenta ahora con más de 1.200.000 afiliados, procedentes en su inmensa mayoría del campesinado y otros sectores de la pequeña burguesía. Estos camaradas tienen un fervor revolucionario admirable y quieren recibir una formación marxista, pero han traído consigo al Partido ideas que no concuerdan con el marxismo, o no concuerdan del todo. Estas ideas
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también existen entre los que se afiliaron al Partido antes de 1937. Esto constituye una contradicción sumamente seria, una enorme dificultad. En tales condiciones, ¿podríamos haber avanzado con éxito si no hubiéramos iniciado en todo el Partido una campaña de educación marxista, es decir, la campaña por la rectificación del estilo de trabajo? Es evidente que no. Pero, como hemos solucionado o estamos en vía de solucionar esta contradicción existente en gran número de cuadros -- la contradicción en el seno del Partido entre la ideología proletaria y las no proletarias (las de la pequeña burguesía, de la burguesía y hasta de la clase terrateniente, pero principalmente la primera), es decir, la contradicción entre la ideología marxista y las no marxistas --, nuestro Partido puede avanzar a paso largo y firme con una unidad ideológica, política y orgánica sin precedentes (si bien no total). De ahora en adelante, nuestro Partido puede y debe tener un mayor crecimiento, y nosotros, guiados por los principios de la ideología marxista, seremos capaces de dirigir mejor su futuro desarrollo.
   
El segundo eslabón es la campaña por la producción. La Guerra de Resistencia contra el Japón lleva ya ocho años. Cuando se inició, aún teníamos alimentos y ropas. Después, la situación fue empeorando y comenzaron a aparecer inmensas dificultades: insuficiencia de cereales, aceite comestible, sal, vestuario, mantas y dinero. Estas enormes dificultades, estas inmensas contradicciones, surgieron entre 1940 y 1943 a raíz de las amplias ofensivas del Japón y de los tres ataques en gran escala contra el pueblo ("campañas anticomunistas") desencadenados por el gobierno del Kuomintang. ¿Podría haber progresado nuestra lucha contra el Japón si no hubiéramos superado estas dificultades, si no hubiéramos solucionado estas contradicciones, si no hubiéramos agarrado firmemente este eslabón? Es evidente que no. Pero hemos aprendido y continuamos aprendiendo a producir, y gracias a ello, nos hallamos de nuevo llenos de energía y vitalidad. Sin temer a los enemigos, cualesquiera que sean, prevaleceremos sobre todos ellos, dentro de unos años.
   
No queda duda alguna, pues, de la importancia histórica que tienen las dos grandes campañas por la rectificación del estilo de trabajo y por la producción.
   
Desarrollemos y extendamos aún más estas dos grandes campañas, que sirven de base para el cumplimiento de las demás tareas en nuestra lucha. Si logramos hacerlo, la liberación total del pueblo chino estará asegurada.
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Ahora estamos en la temporada de la labranza de primavera; esperamos que los camaradas dirigentes, el personal de los diversos organismos y las masas populares de todas las regiones liberadas asirán, sin dejar escapar la oportunidad, el eslabón de la producción y obtendrán éxitos aún mayores que los del año pasado. Especialmente en las regiones donde todavía no se ha aprendido a desarrollar la producción, se deben realizar mayores esfuerzos este año.
   
* Editorial escrito por el camarada Mao Tse-tung para el Diario de la Liberación, de Yenán.
2) Actitud más consciente hacia el trabajo. Ahora no practicarnos ni el antiguo sistema de mercenarios, ni el servicio militar obligatorio, sino un tercer sistema : el reclutamiento voluntario. Este es mejor que el sistema de mercenarios porque no engendra tantos holgazanes, pero no es tan bueno como el servicio militar obligatorio. Las presentes condiciones, sin embargo, sólo nos permiten adoptar el sistema de reclutamiento voluntario, y no el servicio militar obligatorio. Los soldados incorporados por medio del reclutamiento voluntario tienen que vivir durante largo tiempo en el ejército; esto puede afectar su actitud hacia el trabajo
y, en consecuencia, algunos pueden convertirse en holgazanes y contagiarse de ciertos malos hábitos característicos de los ejércitos de los caudillos militares. Pero, desde que el ejército comenzó a producir para autoabastecerse, se ha hecho más consciente su actitud hacia el trabajo y se han eliminado los hábitos propios de la holgazanería.
3) Fortalecimiento de la disciplina. La disciplina del trabajo en la producción, lejos de debilitar, fortalece la del ejército en el combate y en su vida cotidiana.
4) Mejoramiento de las relaciones entre ejército y pueblo. Cuando las tropas cuentan ya con su propia "economía doméstica" disminuyen y hasta desaparecen los abusos contra los bienes de la población civil. En el proceso de la producción, el ejército y la población intercambian trabajo y se ayudan mutuamente, y la amistad entre ellos se fortalece aún más.
5) Menos quejas en el ejército respecto al gobierno y mejores relaciones mutuas.
6) Impulso a la gran campaña popular por la producción. Cuando el ejército toma parte en la producción, resulta más evidente para las entidades oficiales la necesidad de hacer lo mismo, y lo hacen con mayor energía; entonces, como es natural, aparece aún más evidente para todo el pueblo la necesidad de una amplia campaña por el aumento de la producción, y esa campaña se lleva adelante con mayor vigor.
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