Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1962
PEKIN 1976
Segunda edición 1963
(5a impresión 1976)
pág. 159
25 de diciembre de 1947
   
La guerra revolucionaria del pueblo chino ha llegado ahora a un punto de viraje: el Ejército Popular de Liberación de China ha rechazado la ofensiva de varios millones de hombres de las tropas reaccionarias de Chiang Kai-shek, lacayo de los EE.UU., y ha pasado a la ofensiva. Ya en el primer año de la presente guerra, de julio de 1946 a junio de 1947, en varios frentes el Ejército Popular de Liberación rechazó la ofensiva de Chiang Kai-shek y lo obligó a pasar a la defensiva. Y en el primer trimestre del segundo año de la guerra, de julio a septiembre de 1947, el Ejército Popular de Liberación pasó a la ofensiva de alcance nacional, y desbarató así el plan contrarrevolucionario de Chiang Kai-shek de continuar llevando la guerra a las regiones liberadas para destruirlas por completo. Ahora la guerra ya no se desarrolla principalmente en las regiones liberadas, sino en las regiones dominadas por el Kuomintang; las fuerzas principales del Ejército Popular de Liberación han llevado el combate a las regiones del Kuomintang[1]. En esta tierra de China, el Ejército Popular de Liberación ha hecho volver atrás la rueda de la contrarrevolución -- del imperialismo norteamericano y su lacayo, la pandilla de Chiang Kai-shek --, colocándola en el camino de la destrucción, y ha hecho avanzar su propia rueda, la rueda de la revolución, por el camino de la victoria. Esto señala un viraje en la historia. Viraje en que la dominación contrarrevolucionaria de Chiang Kai-shek, que dura ya veinte años, pasa de la expansión a la liquidación. Viraje en que la dominación imperialista en China, ya más que centenaria, pasa de la expansión a la liquidación. Se trata de un acontecimiento trascendental. Trascendental porque ocurre en un país con 475 millones de habitantes y, una vez ocurrido, culminará inevitablemente con la
   
* Informe pronunciado por el camarada Mao Tse-tung ante una reunión del Comité Central del Partido Comunista de China, celebrada del 25 al 28 de diciembre de 1947 en Yangchiakou, distrito de Michi, Norte de la provincia de Shensí. Además de los miembros titulares y suplentes del Comité Central que podían concurrir, estuvieron presentes camaradas responsables de las regiones fronterizas de Shensí-Kansú-Ningsia y de Shansí-Suiyuán. En dicha reunión se discutió y se aprobó este informe, así como otro documento escrito por el camarada Mao Tse-tung, "Algunas apreciaciones acerca de la actual situación internacional" (véase el presente tomo, págs. 85-86). A propósito del informe del camarada Mao Tse-tung, la resolución de la reunión señalaba: "Este informe es un documento programático en lo político, militar y económico para todo el período de la lucha por el derrocamiento de la reaccionaria camarilla gobernante chiangkaishekista y por la fundación de una China de nueva democracia. Debemos realizar en todo el Partido y todo el ejército una intensa labor educativa en tomo a este documento, vinculándolo a los documentos publicados el 10 de octubre de 1947 [a saber, 'Manifiesto del Ejército Popular de Liberación de China', 'Consignas del Ejército Popular de Liberación de China', 'Instrucciones sobre la nueva promulgación de las Tres Reglas Cardinales de Disciplina y las Ocho Advertencias', 'Disposiciones Generales de la Ley Agraria de China' y 'Resolución del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la promulgación de las Disposiciones Generales de la Ley Agraria de China'), y llevar estrictamente a la práctica lo dispuesto en dichos documentos. Al aplicar nuestra política [cont. en pág. 161. -- DJR] en los diversos lugares, debe rectificarse de inmediato cualquier desviación de los principios establecidos en el informe." Otras importantes decisiones tomadas en la reunión fueron las siguientes:
   
1) Es necesario hacer todos los esfuerzos por desarrollar sin interrupción la guerra revolucionaria del pueblo chino hasta la victoria completa, y no debe permitirse al enemigo emplear tácticas dilatorias (negociaciones de paz) que le den tiempo a descansar y reorganizar sus fuerzas con miras a un nuevo ataque contra el pueblo.
Además, la reunión discutió en detalle las tendencias que se observaban entonces en el Partido y ciertos problemas concretos de la política del Partido sobre la reforma agraria y el movimiento de masas. Los resultados de estas discusiones fueron expuestos más tarde por el camarada Mao Tse-tung en el artículo "Sobre algunos problemas importantes de la actual política del Partido" (véase el presente tomo, págs. 185-193). Los artículos de este tomo, desde el presente informe hasta "Una circular sobre la situación", fechada el 20 de marzo de 1948 (págs. 225-233), fueron todos escritos en Yangchiakou, distrito de Michi, Norte de la provincia de Shensí.
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victoria en todo el país. Trascendental, además, porque ocurre en Oriente, donde más de 1.000 millones de personas, la mitad de la humanidad, sufren la opresión imperialista. El hecho de que la Guerra de Liberación del pueblo chino haya pasado de la defensiva a la ofensiva, no puede menos de alegrar e inspirar a estas naciones oprimidas. Representa también una ayuda para los pueblos oprimidos que ahora luchan en diversos países de Europa y de América.
   
Desde el mismo día en que Chiang Kai-shek inició la guerra contrarrevolucionaria, hemos dicho que no sólo debemos derrotarlo, sino que podemos derrotarlo. Debemos derrotarlo porque esta guerra por él iniciada es una guerra contrarrevolucionaria dirigida por el imperialismo norteamericano contra la independencia de la nación china y la liberación del pueblo chino. La tarea del pueblo chino, después de la Segunda Guerra Mundial y de la derrota del imperialismo japonés, era dar cima a las transformaciones de carácter de nueva democracia en lo político, económico y cultural, lograr la unificación y la independencia nacionales y convertir a China de país agrícola en país industrial. Pero justo en ese momento, después del término
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victorioso de la Segunda Guerra Mundial antifascista, el imperialismo norteamericano y sus lacayos en diversos países substituyeron a los imperialistas alemanes y japoneses y sus lacayos, y formaron un campo reaccionario contra la Unión Soviética y las democracias Populares de Europa, contra el movimiento obrero en los países capitalistas y el movimiento nacional en las colonias y semicolonias y contra la liberación del pueblo chino. En ese momento, los reaccionarios chinos; encabezados por Chiang Kai-shek, actuaron, exactamente como Wang Ching-wei había hecho con el imperialismo japonés, de lacayos del imperialismo norteamericano, vendieron China a los EE.UU. y desencadenaron una guerra contra el pueblo chino para detener el avance de su liberación. En ese momento, si hubiéramos dado muestras de debilidad, si hubiéramos cedido y no nos hubiéramos atrevido a levantamos resueltamente para oponer la guerra revolucionaria a la guerra contrarrevolucionaria, China se habría convertido en un mundo de tinieblas y el futuro de nuestra nación habría sido sacrificado. El Partido Comunista de China condujo resueltamente al Ejército Popular de Liberación a una guerra patriótica, justa y revolucionaria contra la ofensiva de Chiang Kai-shek. El Partido Comunista de China, al hacer una apreciación serena de la situación internacional y nacional a la luz de la ciencia del marxismo-leninismo, sabía que todos los ataques de los reaccionarios interiores y exteriores no sólo debían sino que podían ser derrotados. Al aparecer en el
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cielo nubarrones oscuros, señalamos que esto era un fenómeno temporal, que la oscuridad pasaría pronto y saldría el sol. Cuando la pandilla de Chiang Kai-shek desencadenó en julio de 1946 la guerra contrarrevolucionaria de amplitud nacional, creía que le bastarían de tres a seis meses para derrotar al Ejército Popular de Liberación. Calculaba que tenía un ejército regular de dos millones de hombres; más de un millón en las tropas irregulares y más de otro millón de hombres en las instituciones militares y unidades armadas de la retaguardia, o sea, una fuerza militar de más de cuatro millones en total; que había aprovechado el tiempo para terminar los preparativos de la ofensiva; que había recuperado el control de las grandes ciudades; que tenía bajo su dominación una población de más de trescientos millones de habitantes; que se había apoderado de todo el armamento de un millón de hombres de las tropas invasoras japonesas en China, y que había recibido una inmensa ayuda militar y financiera del Gobierno de los EE.UU. También calculaba que el Ejército Popular de Liberación estaba muy cansado después de luchar ocho años en la Guerra de Resistencia contra el Japón y era muy inferior al ejército del Kuomintang en número y armamento; que la población de las regiones liberadas apenas excedía de cien millones de habitantes, y que, en la mayor parte de estas regiones, las fuerzas feudales reaccionarias aún no habían sido liquidadas, y la reforma agraria no había sido todavía realizada en todas partes ni a fondo, es decir, que la retaguardia del Ejército Popular de Liberación aún no era sólida. Partiendo de esta apreciación, la pandilla de Chiang Kai-shek hizo caso omiso del deseo de paz del pueblo chino, rompió finalmente el acuerdo de tregua firmado en enero de 1946 por el Kuomintang y el Partido Comunista, así como las resoluciones adoptadas por la Conferencia Consultiva Política de todos los partidos, y desencadenó una guerra aventurera. En ese entonces dijimos que la superioridad militar de Chiang Kai-shek era sólo pasajera, un factor que sólo podía desempeñar un papel temporal, y que la ayuda del imperialismo norteamericano era también un factor que sólo podía desempeñar un papel temporal, mientras que el carácter antipopular de la guerra de Chiang Kai-shek y las simpatías o antipatías del pueblo eran factores que desempeñaban un papel constante, y que, en este sentido, la superioridad pertenecía al Ejército Popular de Liberación. Patriótica, justa y revolucionaria por su naturaleza, la guerra que libraba el Ejército Popular de Liberación se ganaría indefectiblemente el apoyo de todo el pueblo. He aquí el fundamento político de la
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victoria sobre Chiang Kai-shek. La experiencia de los dieciocho meses de guerra ha confirmado plenamente nuestro juicio.
   
En diecisiete meses de combate (de julio de 1946 a noviembre de 1947; no hemos agregado aún los datos de diciembre), causamos 1.690.000 bajas a las fuerzas regulares e irregulares de Chiang Kai-shek: 640.000 muertos y heridos y 1.050.000 prisioneros. Así pudimos rechazar la ofensiva de Chiang Kai-shek, conservar los principales territorios de las regiones liberadas y pasar a la ofensiva. Desde el punto de vista militar, pudimos hacer esto porque aplicamos una línea estratégica correcta. He aquí nuestros principios militares:
   
1. Asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas, y luego a las fuerzas enemigas concentradas y poderosas.
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Estos son los principales métodos empleados por el Ejército Popular de Liberación para derrotar a Chiang Kai-shek. Han sido forjados por el Ejército Popular de Liberación en largos años de lucha contra los enemigos nacionales y extranjeros, y corresponden completamente a nuestra situación actual. La pandilla de Chiang Kai-shek y el personal militar del imperialismo norteamericano en China cono-
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cen muy bien estos métodos militares nuestros. Con la esperanza de encontrar medidas para contrarrestarlos, Chiang Kai-shek ha reunido muchas veces a sus generales y jefes en cursos de instrucción y ha distribuido, para su estudio, nuestras publicaciones militares y documentos capturados en la guerra. El personal militar de los EE.UU. ha recomendado a Chiang Kai-shek tal o cual estrategia y táctica para destruir al Ejército Popular de Liberación; ha adiestrado a las tropas de Chiang Kai-shek y las ha abastecido de armamentos. Pero ninguno de esos esfuerzos puede salvar de la derrota a la pandilla de Chiang Kai-shek. Esto se explica por el hecho de que nuestra estrategia y táctica se basan en una guerra popular y ningún ejército antipopular puede utilizarlas. Sobre la base de una guerra popular, sobre la base de los principios de unidad entre el ejército y el pueblo, de unidad entre los mandos y los combatientes y de desintegración de las tropas enemigas, el Ejército Popular de Liberación ha desarrollado su vigorosa labor política revolucionaria; esto constituye un importante factor para obtener la victoria sobre el enemigo. Nuestros enemigos sintieron gran júbilo cuando abandonamos muchas ciudades por iniciativa propia a fin de evadir golpes fatales de fuerzas enemigas superiores y trasladar las nuestras para destruir al enemigo en operaciones de maniobras. Estimaron que esto constituía una victoria para ellos y una derrota para nosotros. Esta "victoria" momentánea se les subió a la cabeza. En la tarde del mismo día en que tomó Changchiakou, Chiang Kai-shek ordenó convocar a su reaccionaria Asamblea Nacional, como si su régimen reaccionario se hubiera vuelto, a partir de ese momento, tan inconmovible como el monte Taishan. Los imperialistas norteamericanos también bailaron de alegría, como si ya se pudiera realizar sin obstáculos su insensato plan de convertir a China en una colonia de los EE.UU. Pero, con el tiempo, Chiang Kai-shek y sus amos norteamericanos comenzaron a cambiar de tono. Ahora todos nuestros enemigos, interiores y exteriores, están dominados por el pesimismo. Exhalan grandes suspiros, hablan a voz en cuello de crisis, y de su antigua alegría no queda ni rastro. En los últimos dieciocho meses, la mayor parte de los altos jefes chiangkaishekistas en los frentes han sido substituidos por haber perdido batallas. Entre ellos figuran Liu Chi (en Chengchou), Süe Yue (en Süchou), Wu Chi-wei (en el Norte de Chiangsú), Tang En-po (en el Sur de Shantung), Wang Chung-lien (en el Norte de Jonán), Tu Yu-ming y Siung Shi-jui (en Shenyang) y Sun Lien-chung (en Peiping). Chen Cheng, que era jefe del Estado Mayor Central de Chiang Kai-shek y estaba
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a cargo de la dirección de todos los teatros de operaciones, fue también destituido de estas funciones y rebajado al puesto de comandante de un solo frente: el del Nordeste de China[2]. Sin embargo, fue precisamente en el período en que Chiang Kai-shek asumió personalmente el mando general en lugar de Chen Cheng cuando surgió la siguiente situación: el ejército de Chiang Kai-shek pasó de la ofensiva a la defensiva, mientras que el Ejército Popular de Liberación pasó de la defensiva a la ofensiva. Ahora, la camarilla reaccionaria de Chiang Kai-shek y sus amos norteamericanos deben de haberse dado cuenta de su error. Consideraron como muestras de cobardía y debilidad todos los esfuerzos que por la paz y contra la guerra civil realizó el Partido Comunista de China durante un largo período después de la rendición del Japón, interpretando las aspiraciones del pueblo chino. Sobreestimaron su propia fuerza, subestimaron la fuerza de la revolución y desencadenaron una guerra aventurera, cayendo así en su propia trampa. Los cálculos estratégicos de nuestros enemigos sufrieron un completo fracaso.
   
La retaguardia del Ejército Popular de Liberación es hoy mucho más sólida que hace dieciocho meses. Esto se debe a que nuestro Partido, colocándose resueltamente del lado de los campesinos, ha realizado la reforma agraria. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, a fin de formar con el Kuomintang un frente único antijaponés y unirse con todos los que entonces podían aún oponerse al imperialismo japonés, nuestro Partido cambió, a iniciativa propia, la política de preguerra, que consistía en confiscar la tierra de los terratenientes y distribuirla entre los campesinos, por la política de reducción de los arriendos y los intereses. Esto fue absolutamente necesario. Después de la rendición del Japón, los campesinos reclamaban con insistencia la tierra, y nosotros decidimos a tiempo cambiar nuestra política agraria, substituyendo la reducción de los arriendos y los intereses por la confiscación de la tierra de la clase terrateniente para su distribución entre los campesinos. Este cambio lo señala la directiva expedida el 4 de mayo de 1946 por el Comité Central de nuestro Partido[3]. En septiembre de 1947, el Partido celebró la Conferencia Agraria Nacional y elaboró las Disposiciones Generales de la Ley Agraria de
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China[4], que se aplicaron con prontitud en todas las regiones. Esta medida no sólo reafirmó la política formulada en la "Directiva del 4 de mazo" del año pasado, sino que también rectificó en forma explícita cierta inconsecuencia contenida en ella. Las Disposiciones Generales de la Ley Agraria establecen la distribución por igual de la tierra per capita [5], distribución basada en el principio de abolir el sistema agrario de explotación feudal y semifeudal y de poner en práctica el sistema de la tierra para el que la trabaja. Este es un método para abolir, en la forma más radical, el sistema feudal; corresponde plenamente a las exigencias de las amplias masas campesinas de China. A fin de realizar la reforma agraria de manera resuelta y radical, es necesario organizar en las aldeas, como organismos legales para la realización de la reforma agraria, no sólo asociaciones campesinas del más amplio carácter de masas -- que abarquen asalariados agrícolas; campesinos pobres y campesinos medios -- y los comités por ellas elegidos, sino, ante todo, ligas de campesinos pobres compuestas por campesinos pobres y asalariados agrícolas y los comités por ellas elegidos, y estas ligas de campesinos pobres deben ser la columna vertebral de dirección en todas las luchas en el campo. Nuestra política consiste en apoyamos en los campesinos pobres y unimos sólidamente con los campesinos medios a fin de abolir el sistema de explotación feudal y semifeudal practicada por la clase terrateniente y los campesinos ricos de viejo tipo. A un terrateniente o a un campesino rico no se le adjudicarán más tierra y bienes que a un campesino. Sin embargo, no hay que repetir la errónea política ultraizquierdista, aplicada en 1931-1934, de "nada de tierra a los terratenientes y tierras malas a los campesinos ricos". Aunque la proporción de los terratenientes y campesinos ricos en la población rural varía de un lugar a otro, llega generalmente sólo a alrededor del e por ciento (calculado por familias), mientras que sus tierras, por lo común, abarcan del 70 al 80 por ciento del total. Por tanto, son muy pocos aquellos contra quienes va dirigida nuestra reforma agraria, mientras que en las aldeas el número de personas (o de familias) que pueden y deben participar en el frente único por la reforma agraria alcanza la elevada proporción de más del 90 por ciento. Aquí deben observarse dos principios fundamentales. Primero, hay que satisfacer las demandas de los campesinos pobres y de los asalariados agrícolas: ésta es la tarea fundamental de la reforma agraria. Segundo, hay que unirse firmemente con los campesinos medios y guardarse de perjudicar sus intereses. Siempre que nos atengamos a estos dos principios básicos, podremos sin duda
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cumplir con éxito nuestras tareas en la reforma agraria. La razón por la cual, según el principio de la distribución por igual, la tierra excedente y parte de los bienes de los campesinos ricos de viejo tipo serán entregadas para su distribución, reside en que los campesinos ricos de China tienen generalmente, y en un alto grado, el carácter de explotadores feudales y semifeudales; en su mayoría dan en arriendo tierras y practican la usura, y emplean la mano de obra en condiciones semifeudales[6]. Además, como los campesinos ricos poseen más y mejores tierras[7], las demandas de los campesinos pobres y asalariados agrícolas no pueden satisfacerse a menos que se distribuyan estas tierras. Sin embargo, de acuerdo con las Disposiciones Generales de la Ley Agraria, se tratará generalmente a los campesinos ricos en forma distinta que a los terratenientes. En la reforma agraria, los campesinos medios aprueban la distribución por igual porque ésta no perjudica sus intereses. En la distribución por igual, la tierra de un sector de los campesinos medios permanece sin cambio y la de otro sector aumenta; sólo el sector de los campesinos medios acomodados tiene un poco de tierra excedente, y está dispuesto a entregarla para la distribución porque entonces se le hará más liviana la carga del impuesto territorial. A pesar de eso, al realizar la distribución por igual de la tierra en los diferentes lugares, es necesario prestar atención a las opiniones de los campesinos medios y hacerles concesiones si no están de acuerdo. Durante la confiscación y distribución de la tierra y de los bienes de la clase feudal, hay que tomar en consideración las necesidades de algún sector de los campesinos medios. Al determinar la pertenencia de clase, es preciso cuidarse de no cometer el error de clasificar como campesinos ricos a los que son, en realidad, campesinos medios. Hay que incorporar a los elementos activos del campesinado medio en el trabajo de los comités de las asociaciones campesinas y de la administración local. Al repartir las cargas del impuesto territorial y del apoyo al frente, debe observarse el principio de equidad y justicia. Estas son las medidas políticas concretas que nuestro Partido debe adoptar al llevar a cabo su tarea estratégica de unirse sólidamente con los campesinos medios. El Partido en su conjunto debe comprender que la reforma radical del sistema agrario es una tarea fundamental de la revolución china en su presente etapa. Si podemos resolver en todas partes y a fondo el problema agrario, habremos alcanzado la condición primordial para vencer a todos nuestros enemigos.
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A fin de llevar a cabo resueltamente y a fondo la reforma agraria y consolidar la retaguardia del Ejército Popular de Liberación, es necesario educar y reorganizar las filas del Partido. El movimiento de rectificación[8] dentro del Partido durante la Guerra de Resistencia contra el Japón dio, en conjunto, resultados positivos. Estos resultados residen principalmente en el hecho de que los organismos dirigentes y gran número de cuadros y de miembros del Partido asimilaron mejor nuestra orientación fundamental, que consiste en unir la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china. A este respecto, nuestro Partido ha dado un gran paso adelante en comparación con las etapas históricas anteriores a la Guerra de Resistencia. Sin embargo, en las organizaciones locales del Partido, especialmente en las organizaciones de base en el campo, aún no se ha resuelto el problema de eliminar la impureza en la composición de clase de nuestras filas y en nuestro estilo de trabajo. Durante once años, de 1937 a 1947, el número de miembros de nuestro Partido ha crecido de varias decenas de millares a 2.700.000. Esto es un salto adelante muy grande. Ha convertido a nuestro Partido en el partido más poderoso que se haya conocido en la historia de China. Nos ha permitido derrotar al imperialismo japonés, rechazar las ofensivas de Chiang Kai-shek, dirigir las regiones liberadas con una población de más de cien millones y dirigir al Ejército Popular de Liberación compuesto de dos millones de hombres. Sin embargo, junto a ello, han surgido también deficiencias. Un buen número de terratenientes, campesinos ricos y elementos hampones han aprovechado la ocasión para infiltrarse en nuestro Partido. En las zonas rurales, tienen en sus manos cierto número de organizaciones del Partido, de organismos gubernamentales y de organizaciones populares, abusan tiránicamente de su poder, cometen atropellos contra el pueblo, desfiguran la política del Partido, y aíslan así estas organizaciones de las masas e impiden la realización radical de la reforma agraria. Esta grave situación nos coloca frente a la tarea de educar y reorganizar las filas de nuestro Partido. No podremos avanzar en el campo a menos que cumplamos esta tarea. La Conferencia Agraria Nacional del Partido discutió a fondo este problema y estableció las medidas y métodos apropiados. Dichas medidas y métodos, junto con la decisión de distribuir por igual la tierra, se aplican ahora con firmeza en todas partes. Lo primero y más importante es desarrollar la crítica y la autocrítica en
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el Partido y poner plenamente al descubierto las ideas erróneas y los fenómenos graves que existen en las organizaciones locales y que constituyen una desviación de la línea del Partido. Todos los miembros del Partido deben comprender que un eslabón decisivo para la resolución del problema agrario y para el apoyo a una guerra de larga duración es la eliminación de la impureza en el Partido y la educación y reorganización de sus filas, de manera que el Partido pueda marchar en una misma dirección con las más amplias masas trabajadoras y conducirlas adelante.
   
Confiscar la tierra de la clase feudal y entregarla a los campesinos; confiscar el capital monopolista, cuyos cabecillas son Chiang Kai-shek, T. V. Soong, H. H. Kung y Chen Li-fu, y entregarlo al Estado de nueva democracia; proteger la industria y el comercio de la burguesía nacional: éstos son los tres principios cardinales del programa económico de la revolución de nueva democracia. Durante los veinte años de su dominación, las cuatro grandes familias -- Chiang, Soong, Kung y Chen -- han amasado enormes fortunas que alcanzan de diez a veinte mil millones de dólares norteamericanos, y han monopolizado las arterias vitales de la economía del país. Este capital monopolista; combinado con el Poder del Estado, se ha convertido en el capitalismo monopolista de Estado. Este capitalismo monopolista, estrechamente vinculado al imperialismo extranjero y a la clase terrateniente y los campesinos ricos de viejo tipo del país, se ha convertido en el capitalismo monopolista estatal, comprador y feudal. Tal es la base económica del régimen reaccionario de Chiang Kai-shek. Dicho capitalismo monopolista de Estado oprime no sólo a los obreros y campesinos, sino también a la pequeña burguesía urbana, y perjudica a la burguesía media. Alcanzó la cúspide de su desarrollo durante la Guerra de Resistencia y después de la rendición del Japón; ha preparado suficientes condiciones materiales para la revolución de nueva democracia. Este capital se llama corrientemente en China capital burocrático; y esta clase capitalista, conocida con el nombre de clase capitalista burocrática, es la gran burguesía de China. Además de abolir los privilegios del imperialismo en China, la tarea de la revolución de nueva democracia es eliminar en el país la explotación y opresión ejercidas por la clase terrateniente y la clase
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capitalista burocrática (la gran burguesía), liquidar las relaciones de producción compradoras y feudales y liberar las fuerzas productivas encadenadas. La capa superior de la pequeña burguesía y la burguesía media, oprimidas y lesionadas por la clase terrateniente y la gran burguesía, así como por el Poder estatal de ambas, pueden tomar parte en la revolución de nueva democracia o permanecer neutrales, aunque ellas mismas sean burguesas. No tienen lazos, o tienen relativamente pocos, con el imperialismo y constituyen la genuina burguesía nacional. Dondequiera que se extienda el Poder estatal de nueva democracia, éste debe protegerlas con firmeza, sin la menor vacilación. En las regiones dominadas por Chiang Kai-shek, entre la capa superior de la pequeña burguesía y entre la burguesía media, hay un pequeño número de personas, elementos del ala derecha de estas clases, que poseen tendencias políticas reaccionarias; esparcen ilusiones acerca del imperialismo norteamericano y la camarilla reaccionaria de Chiang Kai-shek y se oponen a la revolución democrática popular. Mientras las tendencias reaccionarias de estos elementos puedan afectar a las masas, debemos desenmascararlos ante los que estén bajo su influencia política, combatir esta influencia y liberar a las masas de ella. Pero combatir políticamente y aniquilar económicamente son dos cosas diferentes; si las confundimos, cometeremos errores. La revolución de nueva democracia tiene por objetivo liquidar solamente el feudalismo y el capitalismo monopolista, solamente la clase terrateniente y la clase capitalista burocrática (la gran burguesía), y no el capitalismo en general, ni la capa superior de la pequeña burguesía ni la burguesía media. En vista del atraso económico de China, incluso después de la victoria de la revolución en todo el país, será todavía necesario permitir, durante un largo período, la existencia del sector capitalista representado por la extensa capa superior de la pequeña burguesía y por la burguesía media. En correspondencia con la división del trabajo en la economía nacional, será necesario aún cierto desarrollo de todos los elementos de este sector capitalista que sean beneficiosos para la economía nacional. Dicho sector capitalista constituirá todavía una parte indispensable en el conjunto de la economía nacional. La capa superior de la pequeña burguesía aquí mencionada está formada de los pequeños industriales y comerciantes que emplean obreros o dependientes. Además, existe también un gran número de pequeños artesanos y comerciantes independientes que no emplean obreros o dependientes; estos pequeños artesanos y comerciantes, no hay ni que decirlo, deben
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ser protegidos firmemente. El Estado de nueva democracia poseerá, después de la victoria de la revolución en todo el país, inmensas empresas estatales confiscadas a los capitalistas burocráticos, empresas que controlan las arterias vitales de la economía del país; además de eso, habrá entonces una economía agrícola liberada del feudalismo, la que, si bien permanecerá en lo fundamental dispersa e individual durante un tiempo bastante largo, podrá ser más tarde conducida gradualmente a desarrollarse por el camino de la cooperación. En tales circunstancias, la existencia y desarrollo de estos sectores capitalistas pequeños y medios no presentará ningún peligro. Lo mismo puede decirse de la economía del campesinado rico de nuevo tipo, que inevitablemente surgirá en las zonas rurales después de la reforma agraria. Con respecto al sector de la economía representado por la capa superior de la pequeña burguesía y por la burguesía media, sería totalmente inadmisible reincidir en la errónea política ultraizquierdista que adoptó nuestro Partido de 1931 a 1934 (imponer condiciones de trabajo demasiado exigentes, establecer excesivas tasas de impuestos sobre la renta, perjudicar los intereses de los industriales y comerciantes durante la reforma agraria, y adoptar como objetivo el llamado "bienestar de los trabajadores", concepto miope y unilateral; en vez de proponerse el objetivo de desarrollar la producción, de promover la prosperidad económica, de dar la debida consideración a los intereses públicos y privados a la vez y de beneficiar tanto al trabajo como al capital). Repetir tales errores lesionaría sin duda a los intereses de las masas trabajadoras y del Estado de nueva democracia. Una de las cláusulas de las Disposiciones Generales de la Ley Agraria de China establece: "La propiedad y las actividades legales de los industriales y comerciantes serán protegidas contra todo perjuicio." Por "industriales y comerciantes" se entiende a todos los pequeños artesanos y comerciantes independientes, así como a todos los elementos capitalistas pequeños y medios. En resumen, la estructura económica de la Nueva China constará de: 1) la economía estatal, que es el sector dirigente; 2) la economía agrícola, en desarrollo gradual de individual a colectiva, y 3) la economía de los pequeños artesanos y comerciantes independientes y la del capital privado pequeño y medio. Estas constituyen el conjunto de la economía nacional de nueva democracia. Los principios que rigen la economía nacional de nueva democracia deben ajustarse estrechamente al objetivo general de desarrollar la producción, promover la prosperidad económica, dar la debida consideración a los intereses públicos y privados a la vez y
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beneficiar tanto al trabajo como al capital. Todo principio, política o medida que se aparte de este objetivo general es erróneo.
   
El Ejército Popular de Liberación lanzó, en octubre de 1947, un manifiesto que llama a:
   
"Unir a todas las clases y capas sociales oprimidas -- obreros campesinos, soldados, intelectuales y hombres de negocios --, todas las organizaciones populares, partidos democráticos, minorías nacionales, chinos de ultramar y demás patriotas; formar un frente único nacional; derrocar al gobierno dictatorial de Chiang Kai-shek, y establecer un gobierno democrático de coalición."
Este es el programa político fundamental del Ejército Popular de Liberación y también del Partido Comunista de China. Mirado superficialmente, nuestro frente único nacional revolucionario parece haberse reducido en el período actual, en comparación con el período de la Guerra de Resistencia. De hecho, nuestro frente único nacional se ha ampliado realmente sólo en el actual período, después que Chiang Kai-shek vendió los intereses de la nación al imperialismo norteamericano y desencadenó la guerra civil de amplitud nacional contra el pueblo, y después que los crímenes del imperialismo norteamericano y de la camarilla dominante reaccionaria de Chiang Kai-shek quedaron enteramente al descubierto ante el pueblo chino. Durante la Guerra de Resistencia, Chiang Kai-shek y el Kuomintang no estaban aún desacreditados del todo ante el pueblo y todavía podían engañarlo de muchos modos. Ahora es diferente; con sus propios actos han dejado ver todos sus engaños, ya no encuentran ningún apoyo en las masas y están completamente aislados. En contraste con el Kuomintang, el Partido Comunista de China no sólo goza de la confianza de las más amplias masas populares en las regiones liberadas, sino que se ha granjeado también el apoyo de las amplias masas en las regiones y grandes ciudades dominadas por el Kuomintang. Si, en 1946, entre los intelectuales de la capa superior de la pequeña burguesía y entre los de la burguesía media que vivían bajo el dominio de Chiang Kai-shek, aún había un sector que se hacía ilusiones con el llamado "tercer camino"[9], estas ilusiones se han derrumbado ahora. Gracias
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a la aplicación de una política agraria consecuente, nuestro Partido ha conquistado hoy el apoyo sincero de masas campesinas mucho más amplias que durante la Guerra de Resistencia. Como resultado de la agresión del imperialismo norteamericano y de la opresión de Chiang Kai-shek, y gracias a nuestra política justa de defender firmemente los intereses de las masas, nuestro Partido se ha granjeado la simpatía de las amplias masas de la clase obrera, del campesinado, de la pequeña burguesía urbana y de la burguesía media en las regiones dominadas por Chiang Kai-shek. Empujadas por el hambre y la opresión política, privadas de todos los medios de vida por la guerra civil antipopular de Chiang Kai-shek, las masas han librado incesantes luchas contra el imperialismo norteamericano y el gobierno reaccionario de Chiang Kai-shek; sus consignas fundamentales son contra el hambre, contra la persecución, contra la guerra civil y contra la intervención de los EE.UU. en los asuntos internos de China. Jamás su despertar ha alcanzado semejante nivel, ni antes de la Guerra de Resistencia, ni durante ella, ni siquiera en el período inmediatamente posterior a la rendición del Japón. Por esto decimos que nuestro frente único revolucionario de nueva democracia es ahora más amplio y más sólido que nunca. Este desarrollo no sólo está ligado con nuestra política agraria y nuestra política urbana, sino que también está estrechamente ligado con toda la situación política: con las victorias del Ejército Popular de Liberación, con el hecho de que Chiang Kai-shek haya pasado de la ofensiva a la defensiva y el Ejército Popular de Liberación, de la defensiva a la ofensiva, con el período de nuevo ascenso de la revolución china. Al ver que ya es inevitable la ruina de la dominación de Chiang Kai-shek, la gente deposita ahora sus esperanzas en el Partido Comunista de China y el Ejército Popular de Liberación, y esto es muy natural. Sin el más amplio frente único formado por la abrumadora mayoría de la población, sería imposible que triunfara la revolución de nueva democracia en China. Más aún, este frente único debe estar bajo la firme dirección del Partido Comunista de China. Sin esta firme dirección, ningún frente único revolucionario puede alcanzar la victoria. En 1927, cuando la Expedición al Norte alcanzó su culminación, los capitulacionistas en el organismo dirigente de nuestro Partido renunciaron voluntariamente a la dirección de las masas campesinas, de la pequeña burguesía urbana y la burguesía media y; en particular, de las fuerzas armadas, causando así la derrota de la revolución. Durante la Guerra de Resistencia, nuestro Partido combatió ideas análogas a las de los
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capitulacionistas, es decir, hacer concesiones a la política antipopular del Kuomintang, tener más confianza en el Kuomintang que en las masas populares, no atreverse a movilizar sin reserva a las masas para la lucha, no atreverse a ampliar las regiones liberadas ni a engrosar los ejércitos populares en las regiones ocupadas por los invasores japoneses, y entregar al Kuomintang la dirección de la Guerra de Resistencia. Nuestro Partido desarrolló una lucha resuelta contra estas ideas pusilánimes, decadentes y contrarias a los principios del marxismo-leninismo, aplicó decididamente su línea política de "desarrollar las fuerzas progresistas, ganarse las fuerzas intermedias y aislar las fuerzas recalcitrantes", y amplió en forma resuelta las regiones liberadas y el Ejército Popular de Liberación. Esto aseguró que nuestro Partido no sólo venciera al imperialismo japonés en el período de su agresión, sino que, en el período posterior a la rendición del Japón, durante la guerra contrarrevolucionaria desencadenada por Chiang Kai-shek, pasara, con éxito y sin pérdidas, al camino de la guerra revolucionaria popular en oposición a la guerra contrarrevolucionaria de Chiang Kai-shek, y lograra grandes victorias en corto tiempo. Todos los miembros del Partido deben grabar muy bien en su memoria estas lecciones de la historia.
   
Cuando la camarilla reaccionaria de Chiang Kai-shek desencadenó en 1946 la guerra civil en escala nacional contra el pueblo, se atrevió a correr este riesgo porque confiaba no sólo en su propia superioridad militar, sino principalmente en el imperialismo norteamericano armado de bombas atómicas, al que consideraba como "excepcionalmente poderoso" y "sin rival en el mundo". Por una parte, creía que el imperialismo norteamericano podía satisfacer sus necesidades militares y financieras con un torrente continuo de abastecimientos. Por otra, suponía desatinadamente que "la guerra entre los EE.UU. y la Unión Soviética es inevitable" y que "es inevitable el estallido de una tercera guerra mundial". Esa dependencia del imperialismo norteamericano es el rasgo común de las fuerzas reaccionarias en los distintos países después de la Segunda Guerra Mundial. Ello refleja la gravedad de los golpes infligidos al capitalismo mundial por la Segunda Guerra Mundial, la debilidad de las fuerzas reaccionarias en los distintos
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países, su pánico y su pérdida de confianza, así como el poderío de las fuerzas revolucionarias mundiales, todo lo cual hace sentir a los reaccionarios de los diversos países que no tienen más salida que contar con la ayuda del imperialismo norteamericano. Pero, en realidad, ¿es el imperialismo norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial tan poderoso como Chiang Kai-shek y los reaccionarios de otros países se imaginan? ¿Puede en realidad proporcionarles un torrente continuo de abastecimientos? No, de ningún modo. El poderío económico del imperialismo norteamericano, que creció durante la Segunda Guerra Mundial, tropieza con mercados interiores y exteriores inestables y cada vez más reducidos. La ulterior reducción de dichos mercados provocará crisis económicas. La repentina prosperidad de los EE.UU. originada por la guerra fue nada más que momentánea. el poderío de los EE.UU. es sólo superficial y transitorio. Inconciliables contradicciones, internas y externas, amenazan diariamente, como un volcán, al imperialismo norteamericano. Y sobre este volcán se halla sentado el imperialismo de los EE.UU. Tal situación ha empujado a los imperialistas norteamericanos a elaborar un plan para esclavizar al mundo; a correr desesperados, como fieras, por Europa, Asia y otras partes del mundo; a juntar las fuerzas reaccionarias de los distintos países, la hez repudiada por sus pueblos, para formar un campo imperialista y antidemocrático contra todas las fuerzas democráticas encabezadas por la Unión Soviética, y a preparar la guerra, con la esperanza de que en el futuro, en un tiempo distante, algún día puedan iniciar una tercera guerra mundial y derrotar las fuerzas democráticas. Este es un plan insensato. Las fuerzas democráticas del mundo entero deben hacer fracasar este plan y sin ninguna duda pueden hacerlo. El poderío del campo antiimperialista mundial ha sobrepasado al del campo imperialista. Somos nosotros, no el enemigo, quienes tenemos la superioridad. Ya se ha formado el campo antiimperialista con la Unión Soviética a la cabeza. el poderío de la Unión Soviética socialista, país que no conoce crisis, que está en ascenso y goza del cariño de las amplias masas populares del mundo, ya ha sobrepasado al de los EE.UU. imperialistas, país seriamente amenazado por las crisis, que se encuentra en decadencia y es combatido por las amplias masas populares del mundo. Las Democracias Populares de Europa se consolidan internamente y se unen entre sí. En los países capitalistas europeos, se desarrollan las fuerzas populares antiimperialistas, con las de Francia e Italia a la cabeza. Dentro de los EE.UU. existen
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fuerzas democráticas populares que se fortalecen cada día. Los pueblos de América Latina no son esclavos sumisos del imperialismo norteamericano. En Asia entera, ha surgido un gran movimiento de liberación nacional. Todas las fuerzas del campo antiimperialista se unen y marchan hacia adelante. Los Partidos Comunistas y Obreros de nueve países europeos han establecido un buró de información y han lanzado un llamamiento a los pueblos del mundo para que se alcen contra el plan imperialista de esclavización[10]. Este llamamiento al combate ha alentado a los pueblos oprimidos del mundo, trazado el rumbo de su lucha y fortalecido su confianza en la victoria. Ha sumido a la reacción mundial en el pánico y el desconcierto. todas las fuerzas antiimperialistas en los países de Oriente deben también unirse, combatir la opresión del imperialismo y de los reaccionarios interiores y tener por meta de su lucha la emancipación de más de mil millones de oprimidos de Oriente. Debemos tomar nuestro destino enteramente en nuestras propias manos. Debemos extirpar de nuestras filas toda idea que sea expresión de flaqueza e impotencia. Es erróneo todo punto de vista que sobreestime la fuerza del enemigo y subestime la del pueblo. Si nosotros, junto con todas las fuerzas democráticas del mundo, realizamos esfuerzos enérgicos, podremos derrotar con seguridad el plan imperialista de esclavización, impedir el estallido de una tercera guerra mundial, derrocar todos los regímenes reaccionarios y conquistar la paz eterna para la humanidad. Tenemos clara conciencia de que en nuestra marcha hacia adelante aún encontraremos diversos obstáculos y dificultades y que debemos estar preparados para hacer frente a la resistencia y lucha más desesperadas de nuestros enemigos, interiores y exteriores. Pero siempre que dominemos la ciencia del marxismo-leninismo, tengamos confianza en las masas, permanezcamos estrechamente unidos a ellas y las conduzcamos hacia adelante, seremos plenamente capaces de franquear cualquier obstáculo y vencer cualquier dificultad. Nuestra fuerza será invencible. Vivimos una época histórica en que el capitalismo y el imperialismo en el mundo entero se precipitan a la ruina, y el socialismo y la democracia popular en el mundo entero marchan hacia la victoria. La aurora está próxima, debemos esforzamos.
   
[Nota -- En el texto impreso, la siguiente nota del editor empieza al pie de la página que sigue. -- DJR]
2) Aún no ha llegado el momento de formar un gobierno central revolucionario, cuestión que será considerada sólo cuando nuestro ejército haya obtenido victorias aún mayores; la promulgación de una Constitución es, todavía más, un asunto para el futuro.
2. Tomar primero las ciudades pequeñas y medianas y las vastas zonas rurales, y luego las grandes ciudades.
3. Tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de ciudades o territorios. el mantenimiento o conquista de una ciudad o un territorio es el resultado del aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo, y, a menudo, una ciudad o territorio puede ser mantenido o conquistado en definitiva sólo después de cambiar de manos repetidas veces.
4. En cada batalla, concentrar fuerzas absolutamente superiores (dos, tres, cuatro y en ocasiones hasta cinco o seis veces las fuerzas del enemigo), cercar totalmente las fuerzas enemigas, procurar aniquilarlas por completo, sin dejar que nadie se escape de la red. En circunstancias especiales, usar el método de asestar golpes demoledores al enemigo, esto es, concentrar todas nuestras fuerzas para hacer un ataque frontal y un ataque sobre uno o ambos flancos del enemigo, con el propósito de aniquilar una parte de sus tropas y desbaratar la otra, de modo que nuestro ejército pueda trasladar rápidamente sus fuerzas para aplastar otras tropas enemigas. Hacer lo posible por evitar las batallas de desgaste, en las que lo ganado no compensa lo perdido o sólo resulta equivalente. De este modo, aunque somos inferiores en el conjunto (hablando en términos numéricos), somos absolutamente
superiores en cada caso y en cada batalla concreta, y esto nos asegura la victoria en las batallas. Con el tiempo, llegaremos a ser superiores en el conjunto y finalmente liquidaremos a todas las fuerzas enemigas.
5. No dar ninguna batalla sin preparación, ni dar ninguna batalla sin tener la seguridad de ganarla; hacer todos los esfuerzos por estar bien preparados para cada batalla, hacer todo lo posible porque la correlación existente entre las condiciones del enemigo y las nuestras nos asegure la victoria.
6. Poner plenamente en juego nuestro estilo de lucha: valentía en el combate, espíritu de sacrificio, desprecio a la fatiga y tenacidad en los combates continuos (es decir, librar combates sucesivos en un corto lapso y sin tomar reposo).
7. Esforzarse por aniquilar al enemigo en operaciones de maniobras. Al mismo tiempo, dar gran importancia a la táctica de ataque a posiciones con el propósito de apoderarse de los puntos fortificados y de las ciudades del enemigo.
8. Con respecto a la toma de las ciudades, apoderarse resueltamente de todos los puntos fortificados y todas las ciudades débilmente defendidos por el enemigo. Apoderarse, en el momento conveniente y si las circunstancias lo permiten, de todos los puntos fortificados y todas las ciudades que el enemigo defienda con medianas fuerzas. Apoderarse de los puntos fortificados y las ciudades poderosamente defendidos por el enemigo cuando las condiciones para ello hayan madurado.
9. Reforzar a nuestro ejército con todas las armas y la mayor parte de los hombres capturados al enemigo. La fuente principal de los recursos humanos y materiales de nuestro ejército está en el frente.
10. Aprovechar hábilmente el intervalo entre dos campañas para hacer descansar, adiestrar y consolidar a nuestras tropas. Los períodos de descanso, adiestramiento y consolidación no deben ser en general muy prolongados para no dar, hasta donde sea posible, ningún respiro al enemigo.
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[1]
Acerca de cómo el Ejército Popular de Liberación pasó sucesivamente a la ofensiva en los diversos Frentes y llevó la guerra a las regiones dominadas por el Kuomintang, véase el presente tomo, pág. 222; "Sobre la gran victoria en el Noroeste y el movimiento de educación ideológica de nuevo tipo en el Ejército de Liberación", nota 4.
[pág. 159]
[2]
Liu Chi, jefe del Cuartel General de Pacificación del Kuomintang en Cheng-chou, fue destituido en noviembre de 1946 por la derrota sufrida en septiembre en la batalla de Tingtao, provincia de Shantung. Süe Yue, jefe del Cuartel General de Pacificación del Kuomintang en Süchou, fue destituido en marzo de 1947 debido a una serie de graves derrotas que sufrieron las tropas del Kuomintang a su mando en la campaña al Norte de Suchien, provincia de Chiangsú, en diciembre de 1946, en la campaña en el Sur de Shantung, en enero de 1947, y en la campaña de Laiwu, provincia de Shantung, en febrero de 1947. Wu Chi-wei, subjefe del Cuartel General de Pacificación del Kuomintang en Süchou, fue destituido en marzo de 1947 por la derrota sufrida en diciembre de 1946 en la campaña al Norte de Suchien. Tang En-po, comandante del I Ejército del Kuomintang, fue destituido en junio de 1947 porque la 74a división reorganizada del Kuomintang quedó aniquilada en mayo en la batalla de Mengliangku, provincia de Shantung. Wang Chung-lien, comandante del IV Ejército del Kuomintang, fue destituido en agosto de 1947 por la derrota sufrida en julio en la campaña del Sudoeste de Shantung. Tu Yu-ming, jefe del Cuartel General de las Fuerzas de Preservación de la Seguridad del Kuomintang en el Nordeste, y Siung Shi-jui, jefe del Cuartel General del Generalísimo del Kuomintang en el Nordeste, fueron destituidos por haber sido gravemente derrotados en junio de 1947 en la ofensiva de verano emprendida por el Ejército Popular de Liberación en el Nordeste de China. Sun Lien-chung, comandante de la XI zona de guerra del Kuomintang, fue rebajado al cargo de jefe del Cuartel General de Pacificación en Paoting por sus derrotas en junio de 1947 en la campaña de Chingsien-Tsangsien y la campaña en la zona de Süshui, al Norte de Paoting: Chen Cheng, jefe del Estado Mayor Central de Chiang Kai-shek, fue rebajado al cargo de gobernador general del Nordeste, en agosto de 1947, a causa de las derrotas sucesivas en las campañas que dirigiera en la provincia de Shantung.
[pág. 166]
[3]
Se refiere a la "Directiva acerca del problema agrario"; véase el presente tomo, pág. 117, "Un balance de tres meses", nota 4.
[pág. 166]
[4]
La Conferencia Agraria Nacional del Partido Comunista de China se celebró en septiembre de 1947 en la aldea de Sipaipo, distrito de Pingshan, provincia de Jopei. Las Disposiciones Generales de la Ley Agraria de China, adoptadas por la Conferencia el 13 de septiembre, fueron publicadas por el Comité Central del Partido Comunista de China el 10 de octubre del mismo año. Estipulan, entre otras cosas, lo siguiente:
   
"Se abolirá el sistema agrario de explotación feudal y semifeudal, y se pondrá en vigor el sistema agrario de la tierra para el que la trabaja." "En las aldeas, las asociaciones campesinas se harán cargo de todas las tierras de los terratenientes y de todas las tierras públicas, las cuales, junto con las demás tierras del lugar, serán distribuidas por igual entre toda la población rural, sin distinción de sexo ni edad."
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distribuirán todos esos bienes entre los campesinos y demás gentes pobres que los necesiten, y adjudicarán la misma porción a los terratenientes."
De este modo las Disposiciones Generales de la Ley Agraria no sólo confirmaron el principio de "confiscar la tierra de los terratenientes y distribuirla entre los campesinos"; establecido en la "Directiva del 4 de mayo" de 1946, sino que también enmendaron la inconsecuencia contenida en esa Directiva, que mostraba demasiada consideración por ciertos terratenientes.
[pág. 167]
[5]
Posteriormente, en el proceso de su ejecución, se introdujeron algunas modificaciones en el método de la distribución por igual de la tierra estipulado en las Disposiciones Generales de la Ley Agraria de China. En febrero de 1948, el Comité Central del Partido Comunista de China especificó, en su "Directiva sobre el trabajo de la reforma agraria y de la consolidación del Partido en las regiones liberadas antiguas y semiantiguas"; que en aquellas partes de las regiones liberadas antiguas y semiantiguas donde ya había sido derrocado el sistema feudal, no se haría más la distribución por igual de la tierra, sino que, en caso necesario, se daría a los campesinos pobres y asalariados agrícolas que aún no se habían liberado completamente de su antiguo estado, una cierta cantidad de tierra y otros medios de producción mediante un reajuste, que consista en tomar de los que tenían en exceso para dar a los que poco tenían, tomar de los que tenían tierra fértil para dar a los que la tenían pobre, mientras que a los campesinos medios se les permitiría disponer de más tierras que el promedio de las que recibían los campesinos pobres. En las regiones donde aún existía el sistema feudal, la distribución por igual se limitaría principalmente a las tierras y bienes de los terratenientes y a las tierras y bienes excedentes de los campesinos ricos de viejo tipo. En ninguna región se permitiría tomar las tierras excedentes de los campesinos medios y de los campesinos ricos de nuevo tipo para hacer reajustes, a menos que esto fuera realmente necesario y que los propietarios realmente lo consintieran. En la reforma agraria de las regiones liberadas nuevas, no se tocaría la tierra de los campesinos medios.
[pág. 167]
[6]
La cuestión de los campesinos ricos en la reforma agraria presentaba en China peculiaridades determinadas por las condiciones históricas y económicas específicas del país. Los campesinos ricos de China diferían de los de muchos países capitalistas en dos aspectos: primero, tenían generalmente, y en alto grado, el carácter de explotadores feudales y semifeudales; segundo, su economía no ocupaba un lugar importante en la economía agrícola nacional. En China, en la lucha contra la explotación feudal ejercida por la clase terrateniente, las amplias masas de campesinos pobres y asalariados agrícolas exigieron también la abolición de la explotación feudal y semifeudal ejercida por los campesinos ricos. Durante la Guerra de Liberación; el Partido Comunista de China adoptó la política de requisar las tierras y bienes excedentes de los campesinos ricos para distribuirlos entre los campesinos, satisfaciendo así las demandas de las amplias masas de campesinos pobres y asalariados agrícolas y asegurando la victoria en la Guerra Popular de Liberación. Como progresaba victoriosamente la guerra, el Comité Central del Partido Comunista de China estableció, en febrero de 1948, una nueva política para la reforma agraria en las regiones liberadas nuevas, dividiendo dicha reforma en dos etapas: en la primera, neutralizar a los campesinos ricos y concentrar los golpes contra los terratenientes y, ante todo, contra los glandes terratenientes; en la segunda etapa, al tiempo de distribuir las tierras de los terratenientes, distribuir también las tierras dadas en arriendo por los campesinos ricos y sus tierras excedentes, pero continuar tratando a los campesinos ricos en forma diferente que a los terratenientes (véase el presente tomo, págs. 205-207, "Puntos esenciales de la reforma agraria en las regiones liberadas nuevas"). Después de la fundación de la República Popular China, el Gobierno
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Popular Central promulgó, en junio de 1950, la Ley de Reforma Agraria, que establecía que en la reforma agraria sólo se requisarían, parcial o totalmente, las tierras dadas en arriendo por los campesinos ricos, en tanto que se respetaría el resto de sus tierras y otros bienes. En la etapa subsiguiente, etapa de la revolución socialista, la economía de los campesinos ricos dejó de existir a medida que se profundizaba el movimiento de cooperación agrícola y se desarrollaba la economía rural.
[pág. 168]
[7]
Esto quiere decir que una familia de campesino rico poseía, como promedio, más y mejores tierras que una familia de campesino pobre. Si se considera el país en su conjunto, la cantidad de medios de producción que poseían los campesinos ricos de China y el volumen de producción de sus haciendas eran ambos muy pequeños. La economía de los campesinos ricos no ocupaba un lugar importante en la economía rural del país.
[pág. 168]
[8]
Se refiere al movimiento de rectificación del estilo de trabajo, realizado en 1942-1943; por el Partido Comunista de China en el conjunto de sus filas, y cuyo contenido era combatir el subjetivismo, el sectarismo y el estilo estereotipado. Bajo la dirección del camarada Mao Tse-tung, este movimiento de rectificación adoptó los principios de "aprender de los errores pasados para evitar su repetición y curar la enfermedad para salvar al paciente" y "esclarecer las ideas de los camaradas que han cometido errores y permanecer unidos con ellos". Por el método de la crítica y autocrítica, este movimiento corrigió, hasta sus raíces ideológicas, los errores de "izquierda" y de derecha cometidos en diversas ocasiones en la historia del Partido, de modo que elevó considerablemente el nivel ideológico de las amplias filas de sus cuadros, contribuyó inmensamente a su unidad ideológica sobre la base del marxismo-leninismo y llevó así a todo el Partido a un alto grado de unidad.
[pág. 169]
[9]
En el período inicial de la Guerra Popular de Liberación, algunas personalidades democráticas abrigaban ilusiones de encontrar un pretendido tercer camino, que no fuera ni la dictadura del Kuomintang de los grandes terratenientes y de la gran burguesía ni la dictadura democrática popular dirigida por el Partido Comunista de China. Este camino era, en realidad, el camino de una dictadura de la burguesía al estilo anglo-norteamericano.
[pág. 173]
[10]
El Buró de Información de los Partidos Comunistas y Obreros fue fundado en la reunión celebrada en Varsovia, Polonia, en septiembre de 1947, por representantes de los Partidos Comunistas y Obreros de Bulgaria, Rumania, Hungría, Polonia, la Unión Soviética, Francia, Checoslovaquia, Italia y Yugoslavia. Más tarde, en una reunión celebrada en Rumania en junio de 1948, el Buró de Información anunció la expulsión del Partido Comunista de Yugoslavia, porque éste persistía en su posición antimarxista-leninista y adoptaba una actitud contra la Unión Soviética y el campo socialista. El llamamiento del Buró de Información a los pueblos del mundo para que se alzaran contra el plan imperialista de esclavización, mencionado aquí por el camarada Mao Tse-tung, se refiere a la "Declaración sobre la situación internacional" adoptada por el Buró de Información en su reunión de septiembre de 1947.
[pág. 177]
"En las aldeas, las asociaciones campesinas se harán cargo del ganado de labor, los aperos agrícolas, las viviendas, el grano y otros bienes de los terratenientes; requisarán el excedente de dichos bienes de los campesinos ricos;
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