* Discurso de apertura pronunciado por el camarada Mao Tsetung ante la III Sesión del I Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.
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hecha de algunas zonas de minorías nacionales. En el movimiento de resistencia a la agresión norteamericana y en ayuda a Corea, el pueblo chino, unido en un frente más amplio que nunca, sostiene una lucha resuelta contra las fuerzas agresoras del imperialismo yanqui. Los Voluntarios, que encarnan la gran determinación del pueblo chino, han desbaratado, junto con el Ejército Popular de Corea, los descabellados planes del imperialismo norteamericano destinados a ocupar la República Popular Democrática de Corea e invadir luego la parte continental de China; esto ha alentado a los pueblos amantes de la paz de Corea, China y demás países de Asia y del mundo entero, y les ha infundido mayor confianza en su lucha por la paz y contra la agresión. Por todo ello, felicitamos y rendimos homenaje a los heroicos Voluntarios del Pueblo Chino y al heroico Ejército Popular de Corea.
   
Gracias a los triunfos obtenidos en los tres grandes movimientos arriba mencionados y a los esfuerzos realizados conjuntamente por el gobierno popular en sus distintos niveles y los diferentes sectores del pueblo, nuestro país está más unificado que nunca. Hemos resuelto por medios pacíficos el problema tibetano, fortalecido la defensa nacional y consolidado la dictadura democrática popular. Al mismo tiempo, hemos logrado mantener la estabilidad monetaria y de los precios y dado un gran paso adelante en la restauración y el desarrollo de la economía, la cultura y la educación.
   
La creciente campaña patriótica por el aumento de la producción en los frentes industrial y agrícola constituye en nuestro país un fenómeno nuevo que merece ser festejado. Una vez culminadas la reforma agraria en el campo y las reformas democráticas en las fábricas y otras empresas, los obreros y campesinos podrán hacer valer su inmenso entusiasmo en la campaña patriótica por el aumento de la producción y mejorar sus condiciones materiales y su vida cultural. Siempre que sepamos unirnos con los obreros y campesinos, educarlos y apoyarnos en ellos, asistiremos sin duda alguna a un avance generalizado de esta campaña.
   
Con base en la política del Gobierno Popular Central, se ha desplegado en forma amplia un movimiento de autoeducación y autotransformación en los frentes cultural y educacional, así como entre los intelectuales de distintas categorías. Este también es un fenómeno nuevo, digno de ser celebrado. Al clausurar la II Sesión del Comité Nacional, propuse iniciar un movimiento de autoeducación y autotransformación en que se empleara el método de crítica y autocrítica. Ahora, esta propuesta está llevándose paso a paso a la práctica. La
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transformación ideológica, en primer lugar la de los intelectuales de distintas categorías, constituye un importante requisito para la realización completa de las reformas democráticas en todos los terrenos y la gradual industrialización de nuestro país. Por lo tanto, deseamos que este movimiento de autoeducación y autotransformación, avanzando a paso seguro, alcance mayores éxitos.
   
Todos los hechos han demostrado que nuestro sistema de dictadura democrática popular es inmensamente superior al sistema político de los países capitalistas. Contando con este sistema como base, nuestro pueblo puede poner en juego su inagotable fuerza. Ningún enemigo podrá vencer una fuerza como ésta.
   
Todavía está en curso la gran lucha de resistencia a la agresión norteamericana y en ayuda a Corea, y es necesario proseguirla hasta que el Gobierno de los Estados Unidos se muestre dispuesto a un arreglo pacífico. No tenemos la intención de agredir a ningún país; lo que hacemos es simplemente rechazar la agresión de los imperialistas contra nuestra patria. Es de todos sabido que el pueblo chino no habría entrado en combate con las tropas norteamericanas si éstas no hubieran ocupado nuestro territorio de Taiwán, invadido a la República Popular Democrática de Corea y llevado la guerra hasta nuestra frontera del Nordeste. Pero, ante el ataque de los agresores norteamericanos, no pudimos sino enarbolar la bandera de la lucha contra la agresión. Esto es totalmente necesario y justo, y todo nuestro pueblo lo ha comprendido así. Para persistir en esta necesaria y justa lucha, debemos intensificar nuestros esfuerzos en el movimiento de resistencia a la agresión norteamericana y en ayuda a Corea, y aumentar la producción y practicar un riguroso régimen de economías en apoyo a los Voluntarios del Pueblo Chino. Esta es hoy la tarea central del pueblo chino y de la presente sesión, por consiguiente.
   
Desde hace mucho hemos venido sosteniendo que el problema coreano debe resolverse por medios pacíficos, y hoy nuestra posición sigue siendo la misma. Si el Gobierno norteamericano quiere solucionar el problema sobre una base justa y razonable, en lugar de sabotear y obstaculizar las negociaciones valiéndose de diversos recursos ignominiosos como lo ha hecho hasta el presente, las negociaciones de armisticio en Corea podrán culminar con éxito; de otra manera, será imposible.
   
Durante los dos años transcurridos desde la fundación de la República Popular China, hemos logrado grandes triunfos en todos los frentes de trabajo. Estos éxitos se deben a que nos hemos apoyado
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en todas las fuerzas unibles. En lo interno, nos cimentamos en la sólida unidad de todas las nacionalidades, clases democráticas, partidos democráticos, organizaciones populares y demócratas patriotas, unidad que está sujeta a la dirección de la clase obrera y del Partido Comunista. En lo externo, nos cimentamos en la sólida unidad del campo de la paz y la democracia, encabezado por la Unión Soviética, y en la profunda simpatía que sienten por nosotros todos los pueblos del mundo amantes de la paz. Es así como hemos obtenido grandes triunfos en todos los frentes de trabajo, cosa que nuestros enemigos no habían sospechado. Ellos se imaginaban que, como la recién nacida República Popular China enfrentaba múltiples dificultades y encaraba, por añadidura, una guerra de agresión desatada por ellos, nos sería imposible superar las dificultades y repeler a los agresores. Pero, al contrario de lo que esperaban, hemos podido superar las dificultades, repeler a los agresores y lograr grandes victorias. La miopía del enemigo no le ha dejado ver la fuerza que encierra nuestra gran unidad nacional e internacional, ni percatarse de que con la fundación de la República Popular China terminó para siempre la época en que los imperialistas extranjeros podían atropellar al pueblo chino. Tampoco le ha permitido ver que la época en que el imperialismo ejercía la hegemonía en el mundo ha terminado para siempre gracias al surgimiento de la Unión Soviética socialista, de la República Popular China y de las Democracias Populares, a la sólida unidad de dos grandes países, China y la Unión Soviética, refrendada en el Tratado de Amistad, Alianza y Ayuda Mutua, y a la sólida unidad de todo el campo de la paz y la democracia, así como a la profunda simpatía que todos los pueblos amantes de la paz sienten por este gran campo. Nada de esto ha podido ver nuestro enemigo. Aún intenta atropellar a la República Popular China e imponer su hegemonía en el mundo. Pero, camaradas, puedo afirmar categóricamente que sus intenciones son descabelladas, vanas e irrealizables. Contrariamente a lo que él espera, la República Popular China no se dejará vejar, el gran campo de la paz encabezado por la Unión Soviética se mantendrá inviolable y los pueblos del mundo amantes de la paz no permitirán que se les engañe. Camaradas, el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre en
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Rusia ha hecho irreversible la perspectiva de victoria de los pueblos del mundo; ahora, con la fundación de la República Popular China y de las Democracias Populares, esta perspectiva ha adquirido mayor amplitud y consistencia. Es cierto que en el período posterior a la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre en Rusia, tres países imperialistas -- Alemania, Italia y el Japón -- pretendieron implantar su hegemonía en el mundo, hecho que tuvo lugar antes del nacimiento de la República Popular China y las numerosas Democracias Populares. Pero, ¿cuál fue la suerte que corrieron? ¿Acaso no se ha demostrado que fueron descabellados y vanos los intentos de esos tres países imperialistas? ¿Acaso las cosas no se volvieron al revés, terminando con el hundimiento de esos imperialismos que pretendían la hegemonía? La situación actual es totalmente diferente. Se han fundado la gran República Popular China y las Democracias Populares. Se ha elevado la conciencia de los pueblos del mundo. La lucha por la emancipación nacional en toda Asia y el Norte de áfrica está desarrollándose vigorosamente. Se ha debilitado en sumo grado todo el sistema imperialista y, lo que es de vital importancia, se ha fortalecido considerablemente la Unión Soviética, nuestra más íntima aliada. En un momento como éste, ¿no es acaso perfectamente previsible la suerte que le espera a todo país imperialista que emprenda el trillado camino de los agresores alemanes, italianos y japoneses? En una palabra, de hoy en adelante, el mundo debe pertenecer a los pueblos, y los asuntos de cada país deben ser manejados por su propio pueblo. Este no será más un mundo en que los imperialistas y sus lacayos puedan hacer y deshacer a su antojo. Espero que nuestro pueblo mantenga como es debido su cohesión y la unidad con nuestra aliada la Unión Soviética, con todas las Democracias Populares y con todas las naciones y pueblos del mundo que simpatizan con nosotros, y que continúe avanzando hacia la victoria en la lucha contra la agresión, por la construcción de nuestra gran patria y por la consecución de una paz duradera en el mundo. Camaradas, estoy convencido de que, siempre que actuemos así, indefectiblemente la victoria será nuestra.