Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1962
PEKIN 1976
Segunda edición 1963
(5a impresión 1976)
pág. 457
    Hemos criticado el Libro Blanco de los EE.UU. y la carta de Acheson en tres artículos ("Confesión de impotencia"[1], "Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha" y "¡Adiós, Leighton Stuart!"). Nuestras críticas han suscitado la atención general y amplias discusiones en todos los partidos democráticos y organizaciones populares, en la prensa y los centros de enseñanza, así como entre las personalidades democráticas de todos los sectores sociales del país. Se han publicado muchas declaraciones, discursos y comentarios justos y útiles. Se celebran foros sobre el Libro Blanco y toda la discusión continúa aún en pleno desarrollo. La discusión versa sobre las relaciones chino-norteamericanas, las relaciones chino-soviéticas, las relaciones entre China y los países extranjeros en los últimos cien años, la relación mutua entre la revolución china y las fuerzas revolucionarias del mundo, la relación entre los reaccionarios kuomintanistas y el pueblo chino, la actitud que deben adoptar los partidos democráticos, las organizaciones populares y las personalidades democráticas de todos los sectores sociales en la lucha contra el imperialismo, la actitud que deben asumir los liberales, o los llamados individualistas democráticos, frente a la cuestión de las relaciones interiores y exteriores del país en su conjunto, los medios de afrontar las nuevas intrigas imperialistas, etc. Todo esto está muy bien y tiene un gran valor educativo.
    El mundo entero discute ahora la revolución china y el Libro Blanco de los EE.UU. Esto no es casual; muestra la gran significación de la revolución china en la historia mundial. En cuanto a nosotros los chinos, si bien hemos logrado en lo fundamental la victoria en nuestra revolución, no hemos tenido desde hace mucho tiempo ocasión de discutir a fondo las relaciones recíprocas entre esta
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revolución y los diversos factores existentes tanto dentro como fuera del país. Tal discusión es necesaria, y ahora hemos encontrado la oportunidad: la discusión del Libro Blanco de los EE.UU. Si no teníamos antes oportunidad para una discusión semejante, era porque no habíamos logrado la victoria fundamental en la revolución y los reaccionarios chinos y extranjeros habían aislado las regiones liberadas populares de las grandes ciudades, y porque el desarrollo de la revolución aún no había alcanzado a revelar por completo los aspectos de ciertas contradicciones. Ahora la situación es diferente. Se ha liberado la mayor parte de China, se han revelado plenamente los aspectos de todas las contradicciones interiores y exteriores y, justo en este momento, los EE.UU. publican el Libro Blanco. Así se ha encontrado la oportunidad para la discusión.
    El Libro Blanco es un documento contrarrevolucionario que demuestra abiertamente la intervención del imperialismo norteamericano en China. En este sentido, el imperialismo se ha apartado de su norma habitual. La grande y victoriosa revolución china ha obligado a un sector o facción de la camarilla imperialista de los EE.UU. a publicar, para contestar los ataques de otro sector o facción, algunos datos auténticos acerca de sus acciones contra el pueblo chino y deducir de esos datos conclusiones reaccionarias, pues de otro modo no habría podido arreglárselas para mantenerse en el Poder. El hecho de que la revelación pública haya reemplazado el disimulo demuestra que el imperialismo se ha desviado de su norma habitual. Hasta hace algunas semanas, antes de la publicación del Libro Blanco, los gobiernos de los países imperialistas jamás decían la verdad en sus declaraciones ni en sus documentos oficiales, sino que los llenaban, o al menos condimentaban, con palabras de humanidad, justicia y virtud, a pesar de que se entregaban todos los días a actividades contrarrevolucionarias. Así actúan aún el imperialismo inglés, viejo pícaro y experto en ardides, y algunos otros países imperialistas menores. Combatido por el pueblo, de una parte, y por otra facción de su propio campo, de la otra, el grupo imperialista norteamericano representado por los advenedizos neuróticos, recién llegados al Poder, como Truman, Marshall, Acheson, Leighton Stuart y otros, ha estimado necesario y factible revelar públicamente algunas (no el total) de las actividades contrarrevolucionarias, a fin de poder discutir así con sus rivales del mismo campo acerca de cuál táctica contrarrevolucionaria es más hábil. Ha tratado, por este camino, de convencerlos para poder continuar aplicando la táctica contrarrevolucionaria que
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considera más hábil. Dos facciones de contrarrevolucionarios compiten entre sí. Una dice: "Nuestro método es el mejor." La otra replica: "el nuestro es el mejor." Cuando la disputa se toma enmarañada, una facción lanza de súbito sus cartas sobre la mesa, revelando muchos de los trucos mágicos de que se valió en el pasado. He aquí el Libro Blanco.
    Y así el Libro Blanco ha llegado a ser material educativo para el pueblo chino. Durante muchos años, cierto número de chinos (en determinada época un gran número) sólo creían a medias lo que nosotros los comunistas les decíamos sobre muchas cuestiones, principalmente sobre la naturaleza del imperialismo y la del socialismo, y pensaban: "A lo mejor no es así." Esta situación cambió a partir del 5 de agosto de 1949. Acheson les dio una lección y habló en calidad de Secretario de Estado de los EE.UU. En lo que concierne a algunos datos y conclusiones, lo que él dijo coincide exactamente con lo que hemos venido diciendo nosotros, los comunistas, y los demás hombres avanzados. De este modo, la gente ya no ha podido menos de creemos y muchos han abierto los ojos: "¡Resulta que así eran las cosas!"
    Acheson comienza su carta a Truman narrando cómo ha elaborado el Libro Blanco. Su Libro Blanco, dice, es diferente de todos los otros, es muy objetivo y muy franco:
    "Este es el registro sincero de un período extremadamente complicado y sumamente infeliz en la vida de un gran país, al cual los EE.UU. han estado ligados desde hace mucho por lazos de la más estrecha amistad. No se ha omitido ningún dato disponible aunque contenga observaciones de crítica a nuestra política o pueda servir de base para futuras críticas. La fuerza inherente a nuestro sistema radica en la sensibilidad del Gobierno frente a una opinión pública informada y crítica. Es precisamente esta opinión pública informada y crítica la que los gobiernos totalitarios, sean derechistas o comunistas, no pueden soportar ni toleran."
    Efectivamente existen ciertos lazos entre el pueblo chino y el pueblo norteamericano. Mediante los esfuerzos mancomunados de ambos pueblos, estos lazos podrán desarrollarse en el futuro hasta llegar a ser "la más estrecha amistad". Pero los obstáculos puestos por los reaccionarios chinos y norteamericanos han estorbado y siguen estorbando en sumo grado su desarrollo. Además, los reac-
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cionarios de ambos países han difundido muchas mentiras entre sus pueblos y puesto en juego numerosas artimañas de baja ley, es decir, han difundido mucha propaganda nociva y perpetrado no pocas acciones malvadas; por eso, los lazos entre los dos pueblos distan mucho de ser estrechos. Los "lazos de la más estrecha amistad" a que se refiere Acheson no son los que existen entre los dos pueblos, sino entre los reaccionarios de ambos países. Aquí Acheson no es objetivo ni franco, confunde las relaciones entre los dos pueblos con las que existen entre los reaccionarios de los dos países. Para ambos pueblos, la victoria de la revolución china y la derrota de los reaccionarios chinos y norteamericanos constituyen el acontecimiento más jubiloso que jamás haya ocurrido, y el actual período es el más feliz de su vida. Sólo para Truman, Marshall, Acheson, Leighton Stuart y demás reaccionarios norteamericanos y para Chiang Kai-shek, H. H. Kung, T. V. Soong, Chen Li-fu, Li Tsung-yen, Pai Chung-si y demás reaccionarios chinos, éste, al contrario, es en verdad un "período extremadamente complicado y sumamente infeliz" de su vida.
    Al hablar de la opinión pública, los Acheson confunden la de los reaccionarios con la del pueblo. Frente a la opinión pública del pueblo, los Acheson no tienen ni la menor "sensibilidad", y son todos ciegos y sordos. Desde hace años permanecen sordos a la oposición de los pueblos de EE.UU., de China y del resto del mundo a la política exterior reaccionaria del Gobierno norteamericano. ¿Qué es lo que entiende Acheson por "opinión pública informada y crítica"? Los numerosos instrumentos de propaganda, especializados en la fabricación de mentiras y en las amenazas contra el pueblo, como los diarios, agencias de noticias, periódicos y radiodifusoras controlados por los dos partidos reaccionarios de los EE.UU., el Republicano y el Demócrata. Acheson tiene razón al afirmar que los comunistas (y con ellos el pueblo) "no pueden soportar ni toleran" estas cosas. Por eso hemos clausurado los servicios de información del imperialismo y hemos prohibido a sus agencias noticiosas distribuir despachos entre la prensa china; no les permitimos continuar envenenando con toda libertad el alma del pueblo chino en territorio chino.
    Decir que un gobierno dirigido por el Partido Comunista es un "gobierno totalitario", constituye también una verdad a medias. Este es un gobierno que ejerce la dictadura sobre los reaccionarios nacionales y extranjeros y que no concede a ninguno de ellos ni la más mínima libertad para llevar a cabo actividades contrarrevolucionarias. Los reaccionarios se enojan e injurian: "¡Gobierno tota-
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litario!" Nada más cierto si se trata del poder del Gobierno Popular para reprimir a los reaccionarios. Este poder está ahora inscrito en nuestro programa; también quedará inscrito en nuestra Constitución. Para un pueblo victorioso, este poder, como la comida y la ropa, es algo de lo que no puede prescindir ni por un momento. Es una cosa excelente, un talismán protector, un arma mágica que se transmite de generación en generación y que bajo ninguna circunstancia debe desecharse antes de la abolición total y definitiva del imperialismo en el exterior y de las clases dentro del país. Cuanto más injurian los reaccionarios: "Gobierno totalitario", más obvio resulta que vale un tesoro. Pero la observación de Acheson también es falsa a medias. En relación a las masas populares, un gobierno de dictadura democrática popular dirigido por el Partido Comunista no es dictatorial, sino democrático. Es el gobierno del pueblo mismo. Sus funcionarios deben prestar oído respetuoso a la voz del pueblo. Al mismo tiempo, son maestros del pueblo, al que enseñan en el espíritu de la autoeducación o autocrítica.
   
En cuanto a lo que Acheson llama "gobierno totalitario derechista", es al propio Gobierno de los EE.UU. a que corresponde el primer lugar entre tales gobiernos en el mundo después de la caída de los gobiernos fascistas de Alemania, Italia y Japón. Todos los gobiernos burgueses, incluidos los de los reaccionarios alemanes, italianos y japoneses amparados por el imperialismo, son gobiernos de este tipo. El gobierno de Tito en Yugoslavia se ha convertido ahora en un cómplice de esta pandilla. Gobiernos como los de EE.UU. e Inglaterra son gobiernos por los cuales una sola clase, la burguesía, ejerce la dictadura sobre el pueblo. Contrario en todo sentido al gobierno popular, este tipo de gobierno practica la llamada democracia para la burguesía, pero ejerce la dictadura sobre el pueblo. Los gobiernos de Hitler, Mussolini, Tojo, Franco y Chiang Kai-shek desecharon el velo de la democracia burguesa, o simplemente no lo usaron, porque en sus países la lucha de clases era extremadamente intensa y encontraron más ventajoso desechar o simplemente no usar este velo, por miedo de que el pueblo también lo utilizara para sus propios fines. el Gobierno de los EE.UU. todavía tiene un velo de democracia, pero éste ha sido cortado y reducido por los reaccionarios norteamericanos a un minúsculo retazo, ya muy descolorido, lejos de lo que era en los tiempos de Washington, Jefferson y Lincoln[2]. La razón reside en que la lucha de clases se ha vuelto más intensa. Cuando la lucha de clases se haga más intensa aún,
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el velo de democracia de los EE.UU. será inevitablemente arrojado a los cuatro vientos.
   
Como todos pueden ver, Acheson comete un gran número de errores apenas abre la boca. Esto es inevitable, porque se trata de un reaccionario. En cuanto a la medida en que el Libro Blanco sea un "registro sincero", creemos que es sincero y no lo es al mismo tiempo. Los Acheson son francos cuando creen subjetivamente que la franqueza beneficiará a su partido o a su facción. De otro modo no lo son. Fingir franqueza es un ardid de la lucha.
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[1]
Comentario de la redacción de la Agencia de Noticias Sinjua, publicado el 12 de agosto de 1949.
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[2]
Jorge Washington (1732-1799), Tomás Jefferson (1743-1826) y Abraham Lincoln (1809-1865) fueron célebres estadistas burgueses de los primeros tiempos de los EE.UU. Washington fue comandante en jefe del ejército revolucionario de las colonias durante la Guerra de la Independencia (1775-1783) y primer presidente de los EE.UU. Jefferson redactó la Declaración de la Independencia y fue también presidente de los EE.UU. Lincoln patrocinó la abolición de la esclavitud de los negros en los EE.UU. y, durante su presidencia, dirigió la guerra contra los esclavistas de los estados del Sur (1861-1865). En 1862 hizo pública la "Proclamación de la Emancipación".
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