Del
Obras Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
Primera edición 1977
PEKIN
UN DEBATE EN TORNO A LA COOPERATIVIZACION AGRICOLA Y |
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I. |
La relación entre la cooperativización agrícola y la |
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II. |
Balance del debate en torno a la cooperativización |
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III. |
Sobre el problema de la planificación global y el forta- |
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IV. |
Sobre la lucha ideológica |
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V. |
Otros problemas |
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11 de octubre de 1955
La presente sesión ha sido un debate muy grande. Se trata de un gran debate sobre el problema de si es completamente correcta o no la línea general de nuestro Partido para el período de transición del capitalismo al socialismo. Este gran debate, que atañe a todo el Partido, se abrió con el problema de la orientación para la cooperativización agrícola, y en él se ha centrado la discusión de nuestros camaradas. Pero el actual debate afecta a toda una gama de aspectos; afecta al trabajo en los terrenos agrícola, industrial, de comunicaciones, transporte, finanzas, asuntos monetarios, comercio, cultura, educación, ciencia y salud pública, afecta a las transformaciones de la artesanía y de la industria y comercio capitalistas, afecta al trabajo de represión a los contrarrevolucionarios y afecta al ejército y a los asuntos exteriores, en una palabra, a todos los trabajos del Partido, el gobierno, el ejército y las organizaciones populares. Era necesario librar un gran debate como éste, pues nuestro Partido no lo había hecho desde que fue dada a conocer la línea general. Ahora hay que desplegarlo tanto en el campo como en las ciudades, a fin de que el trabajo en los distintos dominios, el ritmo de su desarrollo y su nivel de calidad se ajusten a las tareas establecidas por la línea general y de que se elabore un plan global para cada frente de trabajo.
   
Ahora expondré algunas opiniones sobre los problemas siguientes.
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El problema de la relación entre la cooperativización agrícola y la transformación de la industria y comercio capitalistas, o sea, la relación entre la tarea del cumplimiento fundamental de la transformación socialista de la agricultura en el plazo de unos tres planes quinquenales y la tarea del cumplimiento fundamental, en el mismo plazo, de la transformación socialista de la industria y comercio capitalistas, es el problema de la relación entre la cooperativización agrícola y la burguesía.
   
A nuestro juicio, sólo a medida que, en el proceso de la radical transformación socialista de la agricultura, se consolide gradualmente la alianza de la clase obrera con el campesinado sobre una base nueva, la base del socialismo, podremos ir cortando todos los vínculos existentes entre la burguesía urbana y el campesinado y llegar a aislar de manera definitiva a la burguesía, lo que nos facilitará transformar radicalmente la industria y comercio capitalistas. El objetivo que buscamos al realizar la transformación socialista de la agricultura consiste en extirpar las raíces del capitalismo en la vastedad del campo.
   
Hasta ahora no hemos consumado la cooperativización agrícola; la clase obrera todavía no ha establecido, sobre una base nueva, una alianza sólida con el campesinado, y la que tiene ahora es aún inestable. Actualmente los campesinos no están satisfechos con la alianza que forjamos con ellos en el pasado sobre la base de la revolución agraria. Ya han olvidado un poco los beneficios que obtuvieron en aquel entonces. Ahora es menester darles nuevos beneficios: el socialismo. Hasta hoy no todos los campesinos han logrado una vida holgada, y la producción de cereales y de materias primas industriales sigue siendo muy insuficiente. En tales circunstancias, es posible que la burguesía utilice este problema como un asidero para atacarnos. Pero a la vuelta de unos cuantos años, presenciaremos una situación completamente distinta: La clase obrera y el campesinado habrán establecido sobre la nueva base una alianza más sólida que la de antes.
   
La alianza que se formó para luchar contra los terratenientes, derribar a los déspotas locales y repartir tierras, fue una alianza transitoria que, habiendo sido sólida en un tiempo, se ha tornado deleznable. Después de la reforma agraria, se ha producido una polarización entre
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los campesinos. Si no tenemos nada nuevo que darles, ni podemos ayudarles a desarrollar las fuerzas productivas y a aumentar sus ingresos para que todos ellos lleven una vida holgada, los pobres dejarán de confiar en nosotros, pensando que para ellos no tiene ningún sentido seguir al Partido Comunista. ¿Por qué han de seguirlo si, a pesar de haber recibido tierra, continúan en la pobreza? Aquellos campesinos acomodados -- los que se han convertido en campesinos ricos o han logrado una situación muy próspera -- tampoco confiarán en nosotros, pues consideran que nunca les llegará al paladar la política del Partido Comunista. En consecuencia, ninguna de las dos partes, ni los pobres ni los ricos, tendrán confianza en nosotros, y entonces la alianza obrero-campesina se hará muy precaria. Si queremos consolidarla, tenemos que conducir a los campesinos al camino socialista para que las masas campesinas en su totalidad lleven una vida holgada; tanto los pobres como los demás campesinos deben hacerse prósperos y alcanzar un nivel mucho más elevado que el de los actuales campesinos acomodados: Si la cooperativización llega a feliz término, la vida de toda la población rural mejorará con cada año que pase y habrá más cereales para el mercado y más materias primas para la industria. Entonces la burguesía tendrá que sellarse los labios y se hallará a sí misma en completo aislamiento.
   
Tenemos ahora dos alianzas: una, con el campesinado y, la otra, con la burguesía nacional. Ambas son indispensables para nosotros, y de este problema también ha hablado el camarada Chou En-lai. ¿Qué beneficio nos trae la alianza con la burguesía? La obtención de una mayor cantidad de productos industriales para el intercambio por productos agrícolas. Esta fue la idea que Lenin concibió en un momento. posterior a la Revolución de Octubre. Como el Estado no poseía artículos industriales para el intercambio, los campesinos, renuentes a que se les pagara únicamente en papel moneda, no le vendían sus cereales. En estas circunstancias, Lenin propuso que el Poder estatal del proletariado concluyera una alianza con el capitalismo de Estado para incrementar los productos industriales y hacer frente así a las fuerzas espontáneas del campo[1]. Con la alianza que hemos concertado con la burguesía, absteniéndonos, por el momento, de confiscar las empresas capitalistas y aplicándole la política de utilización, restricción y transformación, nos proponemos obtener más productos manufacturados para satisfacer las necesidades de los campesinos y, de esta manera, lograr que éstos abandonen la renuencia que tienen a vender cereales e incluso ciertas materias primas industriales. Así es como nos valemos
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de la alianza con la burguesía para hacer cambiar esa actitud de los campesinos. Al mismo tiempo, nos sustentamos en la alianza con el campesinado para obtener cereales y materias primas industriales y, con ello, sujetar a la burguesía. Los capitalistas no disponen de materias primas; el Estado sí. Para obtener las que necesitan, tienen que vender a éste sus productos manufacturados y tomar el camino del capitalismo de Estado. Si no acceden, nos negaremos a suministrarles materias primas, cerrándoles así cualquier otra salida. De esta manera, bloquearemos el camino capitalista que trata de seguir la burguesía fomentando el mercado libre, adquiriendo libremente las materias primas y vendiendo del mismo modo los productos industriales; además, aislaremos a la burguesía en lo político. He aquí la acción recíproca entre estas dos alianzas. De ellas, la alianza con el campesinado es la principal, fundamental y de primer orden, mientras que la alianza con la burguesía es temporal y de orden secundario. Tanto la una como la otra son hoy indispensables en un país económicamente atrasado como el nuestro.
   
La reforma agraria nos permitió a nosotros formar una alianza con el campesinado sobre la base de la democracia, y a los campesinos les permitió obtener tierra. La distribución de la tierra a los campesinos corresponde, por su naturaleza, a la revolución democrático-burguesa, pues con ella solamente se destruye el sistema de la propiedad feudal, pero no el de la propiedad capitalista ni el de la individual. Esta alianza Hizo que, por primera vez, la burguesía se sintiera aislada. En la III Sesión Plenaria del Comité Central, celebrada en 1950, yo dije que no debíamos atacar en las cuatro direcciones. En aquel entonces, todavía no se había llevado a cabo la reforma agraria en gran parte del país, y no todos los campesinos se habían puesto de nuestro lado; en esas circunstancias, no era conveniente abrir fuego contra la burguesía. Sólo después de que se realizó la reforma agraria y de que todo el campesinado se puso de nuestro lado, se hizo posible y necesario desplegar las campañas contra los "tres males" y contra los "cinco males". La cooperativización agrícola nos permitirá reforzar nuestra alianza con el campesinado, ya no sobre la base de la democracia burguesa, sino del socialismo proletario. Así se podrá aislar en definitiva a la burguesía y facilitar la liquidación final del capitalismo. En este asunto, ¡sí que somos durísimos de corazón! El marxismo es tan cruel, tan poco bueno de corazón que lo que se propone es justamente exterminar como especie al imperialismo, al feudalismo, al capitalismo y también a la pequeña producción. A este efecto, más vale tener poco corazón. Sin
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embargo, algunos camaradas nuestros son demasiado bondadosos y no son duros, lo que equivale a decir que no son muy marxistas. Exterminar como especie a la burguesía y al capitalismo en un país como China, que cuenta con seiscientos millones de habitantes, es una cosa magnífica, una cosa buena de gran significación. Nuestro objetivo reside precisamente en exterminar el capitalismo, borrarlo de la faz de la Tierra y convertirlo en una cosa del pasado. Todo lo que surge en el proceso histórico tiene que desaparecer. En el mundo no hay nada que ocurra fuera del proceso histórico; si hay vida, hay muerte. El capitalismo es una cosa que surgió en el curso de la historia y también ha de morir; tiene un magnífico lugar adonde irá a parar: la tierra, bajo la cual "dormirá".
   
La actual situación internacional coadyuva a nuestro cumplimiento de la tarea general para el período de transición. Debemos cumplir en lo fundamental la industrialización socialista y las transformaciones socialistas en un lapso de tres planes quinquenales. Tenemos que luchar por ganar este período de tiempo para la construcción pacífica. Ya han transcurrido tres de estos quince años; en doce años más podremos lograr nuestro objetivo. Al parecer, es posible ganar este período de tiempo; esforcémonos en tal sentido. Debemos redoblar nuestros esfuerzos en los asuntos exteriores y en la construcción de la defensa nacional.
   
En este período de quince años, ha sido y será muy intensa la lucha de clases en los planos internacional y nacional. Nosotros ya hemos percibido su intensidad. En la lucha de clases, hemos obtenido muchas victorias y seguiremos conquistando otras. Así, en la lucha de clases desarrollada en el país durante el último año, hemos realizado principalmente las cuatro cosas siguientes: la lucha contra el idealismo, la represión a los contrarrevolucionarios, la solución del problema cerealero y la del problema de la cooperativización agrícola. Las luchas desplegadas en torno a estos cuatro problemas encierran un carácter de lucha contra la burguesía; en ellas le hemos asestado un golpe severo y seguimos propinándole golpes demoledores.
   
Lleva ya un año la lucha contra el idealismo que empezó con el problema de El sueño del pabellón rojo y la subsiguiente crítica a Gaceta Literaria y continuó con la crítica a Ju Shi y la que se hizo a Liang Shu-ming. Debemos efectuar una seria lucha contra el idealismo, dedicándole todo un período de tres quinquenios. En ella, hay que formar un contingente de cuadros versados en materialismo dialéctico, versados en marxismo, de manera que la gran masa de cuadros y el
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pueblo puedan pertrecharse con conocimientos teóricos básicos del marxismo. Por lo que atañe a la represión de la contrarrevolución, nos proponemos realizar, en el resto de este año y en El próximo, el trabajo de eliminación de los contrarrevolucionarios en una esfera que comprenda fábricas y establecimientos comerciales del Estado, cooperativas y una serie de organizaciones distritales, territoriales y cantonales, incluidos los cuadros del ejército y los obreros de las empresas industriales, es decir, en una esfera de unos doce millones de personas. Cuando se habla de contrarrevolucionarios, parecería que su número no fuera gran cosa, se los mira y no se los ve; pero, una vez que se investiga, se encuentra que existen realmente y, en efecto, ya hemos sacado a la luz cierto número de ellos. En el problema cerealero, también hemos librado una gran batalla. La burguesía se valió de él como pretexto para desatar un ataque contra nosotros y, al mismo tiempo, se desencadenó una ráfaga de rumores dentro del Partido; fue por eso que abrimos la crítica. En lo tocante al problema de la cooperativización agrícola, hemos efectuado numerosas luchas, y las discusiones sostenidas en la presente sesión también han girado en torno a él. Respecto a los cuatro problemas antedichos, hemos desplegado ingentes luchas y vencido la resistencia y los ataques de la burguesía, ganando así la iniciativa.
   
La burguesía tiene miedo a las luchas que desatamos contra ella en torno a estas cuestiones y, sobre todo, teme a nuestra acción de reprimir a los contrarrevolucionarios. Hemos obrado bien al reprimirlos. En este trabajo debemos atenernos a los criterios ya establecidos, pues de lo contrario correríamos un grave peligro. Sólo pueden ser considerados como contrarrevolucionarios aquellos cuyos casos correspondan a tales criterios, lo que equivale a decir que es necesario sacar a la luz a los contrarrevolucionarios genuinos y no a personas falsamente inculpadas como tales. Al mismo tiempo, hay que prever la posibilidad de que se presenten casos de personas sindicadas de contrarrevolucionarios sin serlo; es difícil asegurar que no se presentarán. Pero exigimos que su ocurrencia sea mínima y que se hagan los mayores esfuerzos para evitarlos por completo. Los que saquemos a la luz deben ser contrarrevolucionarios auténticos, aquellos cuyos casos se ajustan totalmente a los criterios fijados y han sido ciento por ciento comprobados; debemos evitar injusticias con personas inocentes. Por otra parte, es posible que se nos escapen algunos verdaderos contrarrevolucionarios. La idea de que se puede eliminar esta vez a todos y cada uno de los contrarrevolucionarios, responde poco a las posibilida-
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des. Es inevitable que se escapen algunos de ellos, pero tenemos que esforzarnos por que su número sea el menor posible.
   
Las numerosas creaciones de las masas en materia de cooperativización agrícola, han roto muchos prejuicios y dado al traste con una cantidad de ideas erróneas. En la presente discusión se ha resuelto una serie de problemas que hace algunos meses no estaban claros para mucha gente.
   
Primero. El problema de si es mejor un desarrollo en grande o un desarrollo en pequeño. Este es el problema principal, que fue muy controvertido, pero ya está resuelto. Las masas exigen un desarrollo en grande, y la tarea general para el período de transición requiere que la agricultura se adapte a la industria; por lo tanto, es erróneo propugnar un desarrollo en pequeño.
   
Segundo. El problema de si se puede o no desarrollar la cooperativización en las regiones liberadas tardíamente, regiones montañosas, cantones atrasados y zonas damnificadas. Este problema ya ha sido resuelto: La respuesta es afirmativa para todos estos lugares.
   
Tercero. El problema de si es posible o no establecer cooperativas en las zonas de minorías nacionales. Ya ha quedado comprobado que es posible allí donde las condiciones están maduras. En algunos lugares tales como el Tíbet y las regiones montañosas de Taliang y Siao-liang, donde las condiciones no han madurado aún, no conviene emprender este trabajo.
   
Cuarto. El problema de si es posible o no crear cooperativas cuando no hay fondos, vehículos de tracción animal ni bueyes, o cuando no se cuenta con la participación de los campesinos medios acomodados. Se ha comprobado que, aun en este caso, es posible.
   
Quinto. Se ha terminado con el prejuicio de que "es fácil fundar cooperativas pero difícil consolidarlas". Ni fundar cooperativas es tan fácil, ni consolidarlas ha de ser tan difícil. Insistir en que es fácil fundar cooperativas y difícil consolidarlas significa, de hecho, propugnar que no se organicen cooperativas o que, cuando más, sólo se organicen unas pocas.
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Sexto. El problema de si se puede o no establecer cooperativas cuando no se cuenta con maquinaria agrícola. Actualmente, el punto de vista de que es imperativo disponer de maquinaria agrícola para proceder a la creación de cooperativas ha cedido terreno, pero todavía no ha desaparecido. Es posible eliminar por completo este prejuicio.
   
Séptimo. El problema de si deben ser disueltas o no todas las cooperativas mal administradas. Por supuesto, si unas pocas cooperativas están, efectivamente, imposibilitadas de seguir funcionando, se les puede permitir que vuelvan a la condición de equipos de ayuda mutua; pero, en general, las cooperativas catalogadas como mal administradas no deben ser disueltas, ya que pueden pasar a ser buenas luego de una revisión.
   
Octavo. "Si ustedes no se apean inmediatamente del caballo, la alianza obrero-campesina se romperá." Este es probablemente uno de los "argumentos" que el Departamento de Trabajo Rural del Comité Central ha dado a conocer a las instancias inferiores. Dicho departamento no sólo ha levantado un vendaval de rumores, sino que también ha inventado muchos "argumentos". A mi juicio, la frase arriba mencionada, vista a grandes rasgos, es "acertada", y sólo hay que cambiarle una palabra, la palabra "apearse" por "montar". Ustedes, camaradas del Departamento de Trabajo Rural, no deben ponerse pesimistas, pues yo he aceptado muchas de esas palabras que ustedes me han brindado, corrigiendo sólo una. Aquí la diferencia estriba en una sola palabra, y nuestra controversia gira justamente en torno a ella; lo que ustedes quieren es que nos apeemos del caballo y lo que yo quiero es que lo montemos. "Si no montamos inmediatamente el caballo, la alianza obrero-campesina se romperá"; y, en efecto, ésta será la consecuencia.
   
Noveno. Se dice que "la cooperativa tiene la culpa de la muerte de los bueyes de labranza". Esta afirmación no concuerda del todo con la realidad. La muerte de los bueyes de labranza no se debió principalmente a las cooperativas, sino a las inundaciones, al precio demasiado elevado de los cueros y a la escasez de forraje. Además, algunos bueyes tuvieron que ser sacrificados por haber envejecido.
   
Décimo. Se afirma que "la situación de tirantez en el campo se debe, en lo fundamental, a que se han establecido demasiadas cooperativas"; esta aseveración es errónea. La tensa situación existente en el campo durante la primavera pasada se produjo principalmente a causa del problema de los cereales. En la mayoría de los casos, la alegada escasez de cereales fue ficticia, fue una gritería de los terratenientes y
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campesinos ricos, así como de los campesinos medios acomodados. Sucede que aún no habíamos tenido tiempo de realizar una suficiente educación sobre este problema entre las amplias masas campesinas; por otra parte, hubo deficiencias en nuestro trabajo cerealero. El año pasado, por desconocimiento de cuál debía ser la cifra adecuada del acopio, aumentamos éste en 7.000 millones de jin. Ahora procedemos a un reajuste y nos proponemos disminuir el acopio en esos 7.000 millones de jin. Esto, más la abundante cosecha del año en curso, aflojará la tensión en el campo.
   
Undécimo. Hay otra afirmación: "La superioridad de las cooperativas durará sólo tres años"; decir esto es pesimismo. A mi juicio, de ningún modo se puede afirmar que la superioridad de las cooperativas durará sólo tres años, pues el socialismo se prolongará por un período muy largo. En el futuro, cuando el socialismo no pueda ya encarnar la calidad de lo superior, el comunismo vendrá a sustituirlo con su propia superioridad.
   
Duodécimo. ¿Se debe establecer o no, en un futuro próximo, algunas cooperativas de tipo superior? Este problema no estaba claro en el pasado, y ha sido planteado en esta reunión. Evidentemente, se debe establecer una cantidad de cooperativas de tipo superior; pero, es a ustedes a quienes corresponde considerar su número.
   
Decimotercero. También es incorrecta la afirmación de que "los que trabajan en el transporte con barcos de vela o carros de tracción animal no pueden organizarse en cooperativas". A juzgar por las condiciones actuales, los millones de trabajadores que se dedican a esos tipos de transporte también deben organizarse en cooperativas. A través de las discusiones hemos resuelto esta serie de problemas, lo cual constituye un gran éxito de la presente sesión plenaria.
   
Una planificación global debe comprender: primero, el plan de la cooperativización; segundo, el plan de la producción agrícola, y tercero, el plan económico general del campo. Este último plan debe abarcar: ocupaciones secundarias, artesanía, actividades económicas diversificadas, explotación múltiple de recursos, roturación de tierras vecinas y emigración a corta distancia, cooperativas de abastecimiento y venta,
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cooperativas de crédito, bancos, centros de divulgación técnica, así como reforestación de las montañas peladas y aldeas. Creo que las montañas desnudas del Norte, en particular, deben reforestarse y que esto es enteramente posible. ¿Tienen coraje para hacerlo los camaradas del Norte? Muchas zonas del Sur también deben ser reforestadas. Sería bueno que, dentro de un determinado número de años, pudiéramos ver cubiertas de árboles diversas zonas del Norte y del Sur. Esto beneficiará a la agricultura, a la industria y a los demás sectores.
   
¿Qué otros planes es necesario elaborar? El plan cultural y educacional, que comprende: alfabetización, establecimiento de escuelas primarias, creación de escuelas secundarias adecuadas a las necesidades del campo, adición de algunas asignaturas relacionadas con la agricultura al pensum de la enseñanza secundaria, publicación de libros y folletos de lectura popular ajustados a las necesidades de los campesinos, extensión de la red de transmisiones de circuito cerrado en el campo, creación de equipos móviles de cine, organización de actividades culturales y recreativas, etc. Además, hay que hacer planes para la consolidación y construcción del Partido y de la Liga de la Juventud, para el trabajo femenino y también para la represión a los contrarrevolucionarios. Una planificación global debe abarcar todos estos aspectos.
   
Debe haber planes a los siguientes niveles: 1) Plan de cooperativa rural. Toda cooperativa, por pequeña que sea, debe hacer su plan; es menester que las cooperativas aprendan a hacerlo. 2) Plan de todo un cantón. Nuestro país cuenta con más de 220.000 cantones y, en consecuencia, debe haber otros tantos planes. 3) Plan de todo un distrito. Esperamos que cada distrito elabore el suyo. Algunos distritos ya han elaborado planes que son muy buenos y que, al leerlos, uno les encuentra mucho sabor. Los camaradas de estos distritos se han liberado de trabas mentales, no temen ni al cielo ni a la tierra, no están atados por grillos ni esposas, y es por eso que han elaborado planes rebosantes de vida. 4) Plan de toda una provincia (plan de una región autónoma o de los suburbios de un municipio). Aquí hay que poner el énfasis en los planes de dos niveles: cantonal y distrital. Es necesario asir estos dos eslabones y elaborar de inmediato una serie de planes a esos dos niveles; por ejemplo, en una provincia, elaborar tres o cuatro planes distritales y luego darlos a conocer para que sirvan de modelos al resto de los distritos.
   
Al preparar los planes de la cooperativización es preciso determinar ritmos diferentes de desarrollo para distintas zonas. Dividimos las zonas en tres grupos: El primero comprende a la mayor parte de ellas;
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el segundo, a algunas de las que forman la menor parte y, el tercero, al resto de la menor parte. En la mayor parte de las zonas, la cooperativización se realizará en tres oleadas, en tres períodos inverno-primaverales: este invierno y la próxima primavera, el invierno del año entrante y la primavera siguiente, y el otro invierno con la primavera subsiguiente. Los tres períodos inverno-primaverales son algo así como tres oleadas. Cuando baja una ola, sube otra, mediando un intervalo. Entre dos montañas media un valle y entre dos olas, un hoyo. Para la primavera de 1958, estas zonas podrán cumplir en lo fundamental la cooperativización semisocialista. En cuanto al segundo grupo de zonas, como es el caso del Norte y el Nordeste de China y los suburbios de algunos municipios, bastarán dos períodos inverno-primaverales o, dicho de otra manera, dos oleadas. De estas zonas, hay unos pocos lugares que podrán cumplir en lo fundamental la cooperativización en la próxima primavera, o sea, en una sola oleada. Para el tercer grupo de zonas, es decir, para el resto de la menor parte, harán falta cuatro, cinco o incluso seis períodos inverno-primaverales. De este grupo hay que exceptuar algunas zonas de minorías nacionales, que son las regiones montañosas de Taliang y Siaoliang, el Tíbet y algunas otras donde las condiciones aún no están maduras; no se debe proceder a la cooperativización allí donde las condiciones todavía estén verdes. ¿Qué significa cumplir en lo fundamental la cooperativización semisocialista? Esto significa incorporar a las cooperativas semisocialistas del 70 al 80 por ciento de la población rural. Aquí se deja un espacio de maniobra que permite que ese porcentaje oscile entre el 70, el 75, el 80 y hasta un poco más del 80 por ciento. Es esto lo que entendemos por cumplir en lo fundamental la cooperativización semisocialista. Lo poco que reste será asunto para más tarde. No es bueno ir a un ritmo demasiado lento o demasiado precipitado, pues tanto lo uno como lo otro implican oportunismo. Existen dos clases de oportunismo: oportunismo de lentitud y oportunismo de precipitación. Esta manera de decir es más accesible a la gente del pueblo.
   
Los organismos dirigentes a nivel provincial (municipal o de región autónoma), prefectural y distrital deben, en todo momento, estar al tanto del desarrollo del movimiento y resolver los problemas tan pronto como surjan. Deben tener siempre en cuenta que no conviene esperar a que se amontonen los problemas para hacer el balance o, como se dice, venir con el consejo luego de ido el conejo. En el pasado, muchos de nuestros trabajos se realizaban de esa manera; no se daba solución, en el propio curso de los trabajos, a los problemas que surgían, y se
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dejaba que se amontonasen para hacer balance y críticas sólo al final. Algunos camaradas cometieron tal error durante las campañas contra los "tres males" y contra los "cinco males". Uno no debe aficionarse a hacer críticas sólo después de consumados los hechos. Claro que tales críticas también son necesarias, pero es mejor criticar apenas los problemas asoman la cabeza. No es bueno aficionarse a criticar sólo después de consumados los hechos, sin dar una orientación que concuerde con los cambios que se operen. ¿Qué hacer si hallamos que las cosas no marchan bien? En tal caso, hay que ponerles freno inmediatamente, o sea, detener el carro. Es como conducir un carro, al que es preciso aplicarle inmediatamente los frenos cuando, en descenso por una pendiente, se tropieza con un peligro. Las provincias, prefecturas y distritos tienen autoridad para frenar el carro. Es imprescindible prevenirnos contra la desviación de "izquierda". La prevención contra esta desviación es marxismo y no oportunismo. El marxismo no dice que haya que desviarse a la "izquierda"; el oportunismo de "izquierda" no es marxismo.
   
En adelante, ¿qué emulación debemos fomentar en el trabajo de establecimiento de las cooperativas? Hay que fomentar la emulación por la calidad y por el cumplimiento de las normas establecidas. Respecto a la cantidad o ritmo, basta con lo arriba estipulado. El acento hay que colocarlo en la emulación por la calidad. ¿Cuáles son los criterios de calidad? Ver si se logra aumentar la producción y si se evita la muerte del ganado de labranza. ¿Cómo lograr lo uno y lo otro? Acatando los principios de voluntariedad y de beneficio mutuo, haciendo una planificación global y dando una guía flexible. A mi juicio, bastan estos requisitos para asegurar una calidad relativamente buena de las cooperativas, aumentar la producción y evitar la muerte del ganado de labranza. Para nosotros, es imperativo evitar el error de provocar la matanza de animales de labranza en gran cantidad, como sucedió una vez en la Unión Soviética. La clave está en estos dos años, principalmente en los próximos cinco meses, es decir, en este invierno y la primavera siguiente. Cuiden ustedes de que, de noviembre de este año a marzo del año entrante, no surjan problemas graves, no ocurra la muerte masiva de bueyes. Como los tractores que tenemos son muy pocos, los bueyes son un tesoro, constituyen el principal instrumento en la producción agrícola.
   
En los próximos cinco meses, los cuadros principales y, en primer lugar, los secretarios y subsecretarios a nivel de provincia, prefectura, distrito, territorio y cantón, deben ahondar en la cuestión de la coope-
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rativa y conocer todos sus problemas. ¿Es demasiado corto este plazo? A mi juicio, si realmente profundizan en este asunto, cinco meses serán suficientes. Desde luego, es muy importante que los camaradas del nivel provincial penetren concienzudamente en la cuestión de la cooperativa; pero sería muy peligroso que los de los niveles distrital, territorial y cantonal, en particular, no ahondaran en este tema y siguieran actuando como legos en la materia luego de establecidas numerosas cooperativas. ¿Qué hacer con los que se quedan sin profundizar en ella? Se los debe trasladar a otro trabajo. Al cabo de esos cinco meses, o sea, después del próximo marzo, el Comité Central probablemente convocará otra reunión como ésta. Para entonces, tendremos una competencia de calidades, y en las intervenciones no se debe repetir lo que ya se ha dicho en la presente sesión, sino poner el énfasis en las nuevas cosas, la planificación global, la administración de la cooperativa y los métodos de dirección. Será necesario hablar entonces de los buenos métodos que se hayan descubierto para el rápido establecimiento de gran número de cooperativas buenas; en otras palabras, se hablará del problema de la calidad.
   
Los métodos de dirección son muy importantes. A fin de evitar cometer errores, hay que prestarles atención y fortalecer la dirección. He aquí algunas proposiciones sobre esos métodos; vean ustedes si son viables o no. La primera es que, en el curso de un año, se celebren varias reuniones, grandes o pequeñas, para resolver oportunamente los problemas que surjan, tal como estamos haciendo ahora. Cuando surge un problema, debemos saber ver lo universal en lo particular. No es necesario atrapar todos los gorriones que haya y hacer su disección para demostrar que "el gorrión tiene todas las vísceras a pesar de su pequeñez". Los hombres de ciencia jamás actúan así. Para poder sacar conclusiones apropiadas, basta con que tengamos claridad acerca de algunas cooperativas. Aparte de la celebración de reuniones, existen métodos tales como los mensajes telegráficos, las llamadas telefónicas y los viajes de inspección, que también son métodos de dirección muy importantes. Además, con miras a asegurar un rápido intercambio de experiencias, cada provincia debe escoger personal idóneo para dirigir y mejorar los medios de información escritos. He aquí otra proposición que quisiera que ustedes la pusiesen en práctica a modo de ensayo. En once días leí más de 120 informes, les hice correcciones y los glosé. De esta manera hice "un recorrido por todos los principados", más largo que el de Confucio, ya que "llegué" hasta Yunnán y Sinchiang[2]. Consideren ustedes si es factible que cada provincia y región
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autónoma compile un libro cada año, o cada seis meses, al que contribuya cada distrito con un artículo, para facilitar así el intercambio de experiencias entre los distritos. Esto sería beneficioso para promover un desarrollo rápido de la cooperativización. Otro método de dirección es el despacho de boletines. El comité distrital del Partido debe enviar boletines al comité prefectural y éste, a su vez, al comité provincial o de región autónoma, y estos dos últimos, al Comité Central, para informar sobre la marcha de la cooperativización y sobre los problemas surgidos. Disponiendo de estos boletines, los organismos dirigentes a los distintos niveles estarán al día y sabrán cómo solucionar los problemas. Estas son algunas proposiciones sobre los métodos de dirección; espero que los camaradas presentes las consideren.
   
Las experiencias del pasado han demostrado que la lucha ideológica debe ser certera. Ahora está en boga una frase: Debe haber confrontación ideológica. Es como una pelea en que tú me tiras una estocada y yo te respondo con otra, chocando en cruz las dos espadas; esto es lo que se llama confrontación. Sin confrontación ideológica, no habría claridad ni se podría llegar hasta las últimas consecuencias; esto no estaría bien. En la presente sesión hemos tenido una confrontación ideológica y, gracias a ella, hemos llegado a la claridad y a las últimas consecuencias. Este método tiene la ventaja de que, en primer término, ayuda a la gran mayoría de los camaradas a tener claros los problemas y, en segundo término, ayuda a enmendarse a los que han cometido errores.
   
Respecto a los camaradas que han incurrido en errores, pienso que sólo se requieren dos cosas: una, que ellos mismos quieran hacer la revolución, y la otra, que los demás les permitan continuar haciéndola. Hay quienes no quieren, ellos mismos, seguir haciendo la revolución; por ejemplo, Chen Tu-siu no quiso continuar haciéndola, e igual ocurrió con Chang Kuo-tao, Kao Kang y Yao Shu-shi; pero este tipo de gente constituye sólo una ínfima minoría. La gran mayoría quiere, pues, continuar la revolución. No obstante, se requiere la otra cosa: que se le permita hacer la revolución. No debemos actuar como el Falso Diablo Extranjero de La verdadera historia de A Q, quien prohibe a A Q hacer la revolución, ni como Wang Lun el Letrado de la Túnica Blanca[3]
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en la novela A la orilla del agua, que tampoco permite a otros hacer la revolución. Todo aquel que impone a otros esta prohibición corre un grave peligro. El mencionado Wang Lun prohibió a otros hacer la revolución, y terminó perdiendo la vida. Kao Kang no permitía a otros hacerla, y ¿acaso no acabó de la misma manera?
   
La experiencia histórica testimonia que la abrumadora mayoría de los que han cometido errores de dogmatismo o de empirismo pueden corregirse. Para ello se necesitan dos condiciones: Una es hacer la crítica con seriedad, y la otra, tener una actitud magnánima. No está bien prescindir de esta última, pues así se volverían anormales las relaciones entre los camaradas. ¿Quién está libre por completo de incurrir en error? Toda persona, no importa quién, inevitablemente comete errores, ya grandes, ya pequeños. Siempre han constituido un pequeñísimo número las personas incurables por el estilo de Chen Tu-siu, Chang Kuo-tao, Kao Kang y Yao Shu-shi, o de Chen Kuang y Tai Chi-ying. Con excepción de una ínfima minoría, conformada por personas como éstas, todos los que han cometido errores son salvables, pueden rectificar sus errores con la ayuda de los camaradas. Debemos coadyuvar a esto y abrigar esta convicción. Los que han incurrido en errores deben abrigar esta misma convicción.
   
Una parte de los camaradas del Departamento de Trabajo Rural del Comité Central y, en primer lugar, el camarada Teng Tsi-jui, han cometido errores. El error cometido recientemente por el camarada Teng Tsi-jui es, por su carácter, un error de derecha, de empirismo. El ha hecho una autocrítica y, aunque en las reuniones de grupo hubo camaradas que consideraron poco profunda esta autocrítica, nosotros; los miembros del Buró Político y algunos camaradas más, después de intercambiar opiniones, la estimamos satisfactoria en lo fundamental. Ya es bueno que en el momento actual él haya llegado a este grado de conciencia. Debemos reconocer que, en la prolongada lucha revolucionaria del pasado, el camarada Teng Tsi-jui hizo mucho trabajo y logró éxitos. Sin embargo, no debe convertirlos en fardos. A esto se ha referido él mismo al decir que había estado vanagloriándose un tanto de su condición de veterano. Uno debe tener un poco de modestia. Estamos seguros de que él podrá corregir su error si se comporta con modestia y se dispone a aceptar la ayuda de los camaradas.
   
El camarada Teng Tsi-jui hizo, en otra ocasión, un planteamiento programático que consistía en apoyarse en los comerciantes (es decir, en la burguesía) y practicar las "cuatro grandes libertades". Este planteamiento es erróneo, es, en verdad, un programa burgués, capi-
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talista y no proletario, que va en contra de la decisión de la II Sesión Plenaria del VII Comité Central sobre la restricción de la burguesía. En la actualidad, aplicamos la política de restricción para con la burguesía urbana y la burguesía rural (campesinos ricos). Por lo tanto, las "cuatro grandes libertades", que no restringen la contratación de mano de obra, el comercio, los préstamos ni el arrendamiento de la tierra, son cuestionables. Yo hablaría más bien de "cuatro pequeñas libertades". Aquí la diferencia está en si éstas son grandes o pequeñas. Sometida a la restricción, la burguesía todavía disfruta de algo de estas libertades, pero en un alcance muy reducido. Tenemos que preparar las condiciones para privarla también de esas pequeñas libertades. Respecto a la burguesía urbana, aplicamos la política de utilización, restricción y transformación. Debemos utilizarla, pero, al mismo tiempo, restringir lo que tiene de perjudicial para la economía nacional y la vida del pueblo. Tal política no es ni de "izquierda" ni de derecha. No imponerle ninguna restricción sería una tendencia demasiado derechista; imponerle una restricción rígida sin dejarle ningún margen de acción sería una tendencia demasiado "izquierdista". Lenin dijo que si un partido tratara de liquidar de un golpe todo el capitalismo en condiciones en que existen millones de pequeños productores, esto no sólo sería un absurdo, sino también un suicidio[4]. No obstante el planteamiento del camarada Teng Tsi-jui es incorrecto, pues no habla de la restricción y diverge de la formulación del Comité Central, formulación hecha en la II Sesión Plenaria.
   
Algunos camaradas apenas si hacen caso de resoluciones del Partido y de políticas propugnadas por él durante largo tiempo, como si nunca las hubieran visto ni oído. No sé qué razón tienen para ello. Tomemos un ejemplo: El movimiento de ayuda mutua y cooperación fue promovido durante muchos años en la base revolucionaria central, en Yenán y en las demás bases de apoyo, pero, para ellos, es como si fuera algo nunca visto ni oído. En el invierno del año 1951, el Comité Central adoptó una resolución sobre la ayuda mutua y la cooperación en la producción agrícola, pero ellos tampoco la vieron. Aún en 1953 hablaban sin tocar la doctrina y se contentaban, en cambio, con hacer pequeños favores. Hablar sin tocar la doctrina equivale a hablar sin tocar el socialismo; contentarse con hacer pequeños favores quiere decir contentarse con hacer los pequeños favores de las "cuatro grandes libertades". Esto significa que algunos camaradas hacen caso omiso de resoluciones del Partido y de políticas y programas preconizados por éste durante largo tiempo, y actúan a su manera. Además, no se
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toman la molestia de investigar si alguien ha abordado problemas de carácter similar y cómo los ha abordado. Hay historiadores que investigan incluso las inscripciones hechas en caparazones de tortuga, en objetos de bronce y lápidas, así como otras piezas arqueológicas desenterradas, y esos camaradas nuestros, en cambio, pasan por alto los hechos del reciente pasado y les da pereza investigarlos. En una palabra, cierran los oídos a lo que ocurre puertas afuera y escriben y opinan a su antojo, hablando de cosas como las "cuatro grandes libertades", y he aquí que se estrellan contra el muro.
   
Hay, asimismo, algunos camaradas que no abandonan nunca su afición al dispersionismo y que pretenden "independizarse" e incluso tratan de establecer reinos independientes, estimando como algo muy deleitoso las prácticas dictatoriales. Ellos empiezan buscando la comodidad para sí mismos, crean reinos y se autoproclaman reyes. Pero, ¿cuál es el resultado? Se hallan en una posición sumamente incómoda, expuestos a la crítica. ¿No hay acaso una obra teatral titulada Majestuosa asunción del trono? Se muestra en ella lo satisfecho que se siente Süe Ping-kui al coronarse rey. En su tiempo no se practicaba la autocrítica. Eso no estaba bien. Hoy, muchas personas rehusan siempre consultar las cosas con otros. Numerosos camaradas están, de dientes para afuera, por la dirección colectiva, pero, en la práctica, son muy dados a ejercer la dictadura personal, como si, de no ejercerla, perdieran su imagen de dirigentes. Para ser dirigente no es forzoso actuar de manera dictatorial. ¡Esto bien lo saben ustedes! La burguesía, con su democracia burguesa, atribuye importancia a la dictadura de clase. El proletariado y el Partido Comunista también deben ejercer la dictadura de clase, pero no está bien practicar la dictadura personal. Para tratar un asunto, siempre es aconsejable consultar con otros, conseguir la aprobación de la colectividad y convocar la sabiduría del mayor número de gente. Así es mejor.
   
Existe otro caso que también es menester tratar. Hay muchos camaradas que a toda hora se hallan sumergidos en los asuntos rutinarios y no se ocupan del estudio de problemas. ¿Es necesario o no despachar los asuntos rutinarios? Claro que sí. No hay que dejarlos de lado, pero es peligroso ocuparse exclusivamente de ellos, sin tomarse el trabajo de estudiar problemas. Si uno no se pone en contacto con los cuadros ni con las masas, o si lo hace, pero sermoneándolos siempre, en lugar de efectuar consultas y de invitarlos a intercambiar opiniones con palabras como éstas: "Mire usted si es correcto o no lo que yo pienso y dígame sus opiniones", entonces no podrá oler el clima
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político, pues tendrá perdido el olfato a causa de un catarro político. Teniendo la nariz tapada, no podrá olfatear el clima de cada momento. El camarada Chen Yi ha dicho hoy que debemos ser capaces de captar una cosa cuando apenas está en ciernes. Es demasiado lerdo el que no se percata de los fenómenos que están ya presentes en gran cantidad y por todas partes. Esto merece nuestra atención. Es una cosa muy mala entregarse exclusivamente a los asuntos rutinarios sin ocuparse del estudio de problemas, sin ponerse en contacto con las masas y cuadros, sin armarse de la disposición de consultar con ellos.
COOPERATIVIZACION AGRICOLA Y
LA ACTUAL LUCHA DE CLASES[*]
   
* Conclusiones formuladas por el camarada Mao Tsetung en la VI Sesión Plenaria Ampliada del VII Comité Central del Partido Comunista de China.
Y LA TRANSFORMACION DE LA
INDUSTRIA Y COMERCIO CAPITALISTAS
LA COOPERATIVIZACION
GLOBAL Y EL FORTALECIMIENTO DE LA DIRECCION
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Apuntes sobre |
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[1]
Véase V. I. Lenin, Sobre el impuesto en especie.
[pág. 227]
[2]
Se refiere al hecho de que el camarada Mao Tsetung leyó los informes de distintas localidades sobre la cooperativización y los compiló para el libro Cómo organizar cooperativas de producción agrícola. Véase el artículo siguiente: "Prefacios a El auge socialista en el campo chino ".
[pág. 237]
[3]
Según la novela clásica china A la orilla del agua, Wang Lun, a quien se apodaba el Letrado de la Túnica Blanca, fue el jefe de las fuerzas rebeldes campesinas de la montaña Liangshan. Con el propósito de mantener la jefatura, trató de impedir, por todos los medios, la incorporación de Lin Chung, ex instructor militar de la guardia de la capital imperial, quien se había sublevado contra las autoridades. Más tarde, Wang Lun se negó a que Chao Kai, líder de un levantamiento campesino, y sus compañeros se unieran a las fuerzas de la montaña Liangshan. Finalmente, Wang Lun fue muerto por Lin Chung.
[pág. 238]
[4]
Véase V. I. Lenin, Sobre el impuesto en especie.
[pág. 240]
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